26 febrero 2008
Jamás te traiciona
Una vez, cuando tenía siete u ocho años, mientras íbamos sentados en la penúltima fila del autobús de camino a la clínica o a una zapatería infantil, mi madre me dijo que es cierto que los libros pueden cambiar con los años igual que las personas cambian con el tiempo, pero que la diferencia está en que casi todas las personas al final te abandonan a tu suerte, cuando llega un día en que no obtienen de ti ningún provecho o ningún placer o ningún interés o al menos algún buen sentimiento, mientras que los libros jamás te abandonan. Tú los abandonas a ellos a veces, y a algunos incluso los abandonas durante muchos años, o para siempre. Pero ellos, los libros, aunque los hayas traicionado, jamás te dan la espalda: en completo silencio y con humildad te esperan en la estantería. Te esperan incluso decenas de años. No se quejan. Hasta que una noche, cuando de pronto necesitas uno, aunque sea a las tres de la madrugada, aunque sea un libro que has rechazado y casi has borrado de tu mente durante muchos años, no te decepciona, y baja de la estantería para estar contigo en ese duro momento. No echa cuentas, no inventa excusas, no se pregunta si le conviene, si te lo mereces y si aún tienes algo que ver con él. Sencillamente acude de inmediato cuando se lo pides. Jamás te traiciona.
[La casualidad ha querido que tan solo unos días después de haberles dejado este fragmento de Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz, vuelva a tropezarme con el mismo fragmento en otro lugar (el número 211 de la revista CLIJ), acompañado de estas líneas que hoy les dejo junto a la imagen de Joël Dietlé.]
Oz me llama. Voy a sumergirme en lo profundo del bosque...
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7 comentarios:
Preciosa verdad.
Te enseña, entretiene, anima y no te pide nada a cambio; no le tienes que dar de comer o sacar a pasear, no molesta, no hace ruido ni tiene caprichos caros...
Disculpen la errata del título (antes de la correción rezaba "Jamás te traidiona". Se ve que la congestión nasal está afectando también a mis habilidades mecanográficas...
Aunque estoy bastante de acuerdo, no me resisto a hacer de abogado del diablo. ¿Que ocurre con aquellos libros que releemos y la segunda lectura nos hunde el recuerdo de la primera vez? ¿Hemos cambiado nosotros o nos ha traicionado el libro?...
Tal vez por eso me cuesta tanto releer un libro después de mucho tiempo ¿Es el miedo a comprobar como he cambiado? Los libros nunca te traicionan, somos nosotros los que nos traicionamos.
OZ-TIA!!!
Yo también soy de la opinión de letras de arena... somos nosotros los que cambiamos (aunque esto no sea necesariamente traicionarnos a nosotros mismos. Simplemente es inevitable que suceda).
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