Nuevos visitantes de Librosfera, deben saber que soy aficionada a recoger todo tipo de objetos (normalmente elaborados con papel, aunque hay excepciones) encontrados dentro de libros. Poco a poco, voy compartiendo con ustedes los objetos más preciados de mi colección, y si quieren pueden visitar las entregas número uno, dos y tres de esta serie de afortunados olvidos y encuentros.
Hacía tiempo que no les mostraba mis nuevas adquisiciones (por las que debo agradecer a mi red de colaboradores, porque últimamente yo no tengo demasiada suerte), pero la semana pasada sucedió algo extraordinario: ¡el encuentro de un objeto que voy a poder devolver a su legítimo dueño! Quien trabaje en una biblioteca me dirá que no calificarían este hecho como extraordinario... Siempre hay despistados que se dejan la nómina, la factura de teléfono, la targeta rosa de los transportes metropolitanos o incluso la citación judicial dentro de un libro, y nosotros, bibliotecarios bienhechores, intentamos por todos los medios comunicar a la persona en cuestión que su preciado documento se encuentra a buen recaudo en la biblioteca hasta que tenga a bien pasar a recogerlo. Pero este caso es distinto. Se trata de una postal. Una postal enviada desde Ronda a una persona que vive en mi barrio, en una calle muy cercana... ¿Se me ven las intenciones?
No puedo dejar de pensar en ello. ¿Qué cara pondrá el sujeto en cuestión cuando se encuentre (por segunda vez) con la postal en el buzón? ¿Se acordará de que la había perdido? ¿Se arrepintió del despiste de haberla dejado dentro del libro que devolvió a la biblioteca? Quizá incluso volvió a la biblioteca a mirar si por casualidad nadie se hubiera molestado en sacar la postal del libro en el que la había olvidado, pero no la encontró. ¿Se dará cuenta, cuando abra el buzón, de lo extraordinario del hecho de que esa postal vuelva a su propietario? ¿Intentará desvelar el misterio? La tentación de darle una explicación que acabe con el desconcierto es muy grande, pero creo la vida sin misterios no tendría ningún aliciente...
No voy a mostrarles la postal en cuestión. Este verano pasado viví la casualidad del millón (Dinamarca es pequeño, pero... ¿tanto?) y no me extrañaría nada que volviera a ocurrir. Pero sí tengo otros mensajes secretos para ustedes. Anónimos en su mayoría, encontrados entre las páginas de los libros. A saber...
- Limpiar nevera con agua y bicarbonato.
- Alegre de Dalt 182.
- Quiero dos kilos de jamón.
- He llamado a La Vanguardia.
- Para que siempre me lleves cerca del corazón.
- Trinidad, 6 de Sep. 2007.
Quien sea capaz de resistirse al click, es que no es humano...
Sfer, difundiendo la costumbre de olvidar algo entre las páginas de los libros que sacamos en préstamo de la biblioteca...
Mostrando entradas con la etiqueta Troballes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Troballes. Mostrar todas las entradas
06 febrero 2008
07 junio 2007
Troballes (III)
Sigo encontrando los objetos más inesperados dentro de los libros. Claro que siempre hay quien se deja lo más habitual: el punto de libro. Las guías de viaje son buenos lugares donde buscar objetos olvidados: entradas a museos, tickets de transporte público... souvenirs que guardamos quién sabe para qué. Hay flora y fauna que se esconden en los libros, e incluso mensajes de buena voluntad y notas secretas (aunque no de amor, al menos esta vez) a los/las bibliotecarios/as. Todo cabe. Y si no, recuerden las anteriores entregas (I y II) de esta serie, que promete continuar...
PS: Recuerden que se aceptan donativos para aumentar la colección de objetos olvidados y encontrados dentro de los libros. Si desean colaborar pueden dirigirse a esta dirección de correo electrónico. Muchas gracias.
PS: Recuerden que se aceptan donativos para aumentar la colección de objetos olvidados y encontrados dentro de los libros. Si desean colaborar pueden dirigirse a esta dirección de correo electrónico. Muchas gracias.
28 febrero 2007
Troballes (II)
Ya cuando redacté aquella entrada, sabía que no sería algo puntual. Siempre aparecen cosas entre los libros. Pero lo que no esperaba es que fuera algo más que eso. Por supuesto, seguí encontrándome con los objetos (y no solo de papel) más inverosímiles entre las páginas de los libros, sino que además varias personas que se enteraron de mi incipiente colección de "troballes" muy amablemente donaron las suyas propias para que las incorporara a mi archivo. Claro... no todo el mundo tiene la misma tendencia que yo a acumular "porquerías" en casa, como dirían varios miembros de mi familia... Así que esta entrada tiene que darle las gracias a todas aquellas personas que, incluso a través de terceros, me han hecho llegar sus pequeños tesoros, rescatados del olvido la mayoría de las veces por el más puro azar.
Igual que la vez anterior, la galería de hoy consta de seis objetos de valor incalculable... cada uno escondido detrás de una de las anteriores palabras... Encontrarán imágenes que uno imagina submarinas, recomendaciones de las manos que pasaron las mismas páginas que nosotros sostenemos ahora, utensilios dignos del análisis de un miembro de la policía científica, puntos de libro que, más que improvisados, parecen muy premeditados (¿quién lleva una baraja de cartas a mano cuando necesita marcar en qué punto se ha quedado la lectura?), etcétera...
Disfruten de los hallazgos (no solo míos, como ya dije), compartan los suyos con el resto de navegantes que recalan en este blog de vez en cuando y... ni que decir tiene que cualquier persona interesada en hacer una donación a esta colección (a la que hoy mismo he de añadir el más reciente encuentro, que dejo para la próxima ocasión) será bienvenida - e incluso recompensada... ¿quién sabe?
Igual que la vez anterior, la galería de hoy consta de seis objetos de valor incalculable... cada uno escondido detrás de una de las anteriores palabras... Encontrarán imágenes que uno imagina submarinas, recomendaciones de las manos que pasaron las mismas páginas que nosotros sostenemos ahora, utensilios dignos del análisis de un miembro de la policía científica, puntos de libro que, más que improvisados, parecen muy premeditados (¿quién lleva una baraja de cartas a mano cuando necesita marcar en qué punto se ha quedado la lectura?), etcétera...
Disfruten de los hallazgos (no solo míos, como ya dije), compartan los suyos con el resto de navegantes que recalan en este blog de vez en cuando y... ni que decir tiene que cualquier persona interesada en hacer una donación a esta colección (a la que hoy mismo he de añadir el más reciente encuentro, que dejo para la próxima ocasión) será bienvenida - e incluso recompensada... ¿quién sabe?
Etiquetas:
Curiosidades,
Personal,
Trabajando,
Troballes
16 agosto 2006
Troballes (I)
El ser humano es curioso por naturaleza. Si no fuera así, seguramente no estaríamos ahora donde estamos (si es para bien o para mal queda a la interpretación de cada uno). En el mundo de los libros, la curiosidad puede llevar a los lectores compulsivos como yo hasta extremos insospechados, y lo que espera al otro lado de ese interrogante que se nos dibuja sobre la cabeza puede ser una grata sorpresa o un gran chasco. Leemos por encima del hombro de la gente que se nos sienta al lado en el metro, chafardeamos entre las estanterías de los amigos (para encontrar el qué eso ya no lo sé), nos paramos a leer contraportadas de libros solo porque hay algo que nos llama desde la portada... a veces incluso hacemos todo lo contrario y, por curiosidad, compramos libros (o, menos arriesgado económicamente, los sacamos en préstamo de la biblioteca) sin saber nada ni sobre el autor ni sobre el título, solo por... eso, por simple y pura curiosidad.
Trabajando en una biblioteca la curiosidad por los libros y lo que les rodea crece de manera exponencial. Yo, por ejemplo, no puedo resistir el mirar dentro de los libros cuando "veo" que hay algo entre sus páginas. Ya sabéis, según qué libro hasta el más ínfimo trozo de papel deja una marca entre las páginas, un espacio más grande allí donde se encuentra el objeto en cuestión, que entre el resto de las páginas del libro. La mayoría de las veces, el objeto en cuestión es uno de los aburridos puntos de libro en los que las bibliotecas marcamos la fecha de devolución. Pero otras, encuentras otro tipo de cosas... y es la curiosidad por ver qué cosa puede ser la que me empuja a sacar el libro de su sitio y abrirlo, esperando sorprenderme. No sucede muy a menudo, pero cuando encuentro algo curioso (quan faig una de les meves troballes), me lo quedo.
Hace poco que he empezado a coleccionar estas "troballes", pero mi pequeño tesoro ya tiene cinco joyas. Y no es que hoy haya encontrado alguna nueva y tan feliz ocasión haya provocado esta entrada. No. Hoy he provocado una "troballa". He dejado dentro de un libro una curiosidad para que alguien la encuentre.
Y, para quien sienta curiosidad por el resto de objetos de papel encontrados en los libros, aquí os dejo todas mis "troballes" (hay una escondida detrás de cada palabra). Algunas son más misteriosas (¿cómo sonará esa composición musical? ¿taxidermista?) que otras, pero me alegro de haberlas encontrado a todas. Ojalá sean las primeras de una larga lista de encuentros bienaventurados.
Trabajando en una biblioteca la curiosidad por los libros y lo que les rodea crece de manera exponencial. Yo, por ejemplo, no puedo resistir el mirar dentro de los libros cuando "veo" que hay algo entre sus páginas. Ya sabéis, según qué libro hasta el más ínfimo trozo de papel deja una marca entre las páginas, un espacio más grande allí donde se encuentra el objeto en cuestión, que entre el resto de las páginas del libro. La mayoría de las veces, el objeto en cuestión es uno de los aburridos puntos de libro en los que las bibliotecas marcamos la fecha de devolución. Pero otras, encuentras otro tipo de cosas... y es la curiosidad por ver qué cosa puede ser la que me empuja a sacar el libro de su sitio y abrirlo, esperando sorprenderme. No sucede muy a menudo, pero cuando encuentro algo curioso (quan faig una de les meves troballes), me lo quedo.
Hace poco que he empezado a coleccionar estas "troballes", pero mi pequeño tesoro ya tiene cinco joyas. Y no es que hoy haya encontrado alguna nueva y tan feliz ocasión haya provocado esta entrada. No. Hoy he provocado una "troballa". He dejado dentro de un libro una curiosidad para que alguien la encuentre.
Y, para quien sienta curiosidad por el resto de objetos de papel encontrados en los libros, aquí os dejo todas mis "troballes" (hay una escondida detrás de cada palabra). Algunas son más misteriosas (¿cómo sonará esa composición musical? ¿taxidermista?) que otras, pero me alegro de haberlas encontrado a todas. Ojalá sean las primeras de una larga lista de encuentros bienaventurados.
La próxima vez que saquéis un libro en préstamo de la biblioteca, al ir a devolverlo pensad en dejar algo para los bibliotecarios curiosos. Estas "troballes" verdaderamente nos alegran el día :-)
Etiquetas:
Curiosidades,
Personal,
Trabajando,
Troballes
Suscribirse a:
Entradas (Atom)