1. Que un escritor debe por fuerza escribir, a ser posible día y noche, existan o no sus lectores, y que cuando estos existan deberá hacerlo aún con mayor responsabilidad.
2. Que un escritor puede elegir entre explorar nuevos caminos y renovarse con cada libro para aumentar el número de posibilidades, o bien dedicarse a escribir una y otra vez el mismo libro y que esa vía también arroja resultados interesantes.
3. Que un escritor puede decidir controlar y agotar los efectos de su narrativa, o bien permitir que ésta establezca lazos insospechados y que escapan a la voluntad del autor generando con ello nuevas reflexiones con cada nueva lectura.
4. Que toda escritura, como sabía Borges, es autobiográfica, no sólo en relación a los hechos sino en tanto en cuanto ha formado parte de la vida del escritor.
5. Que los premios literarios son el producto de una lógica viciada porque es un sinsentido decidir entre dos textos de gran calidad pero pertenecientes a géneros distintos cuál de ellos es mejor; aunque su existencia es necesaria porque descubren a nuevos a autores, como Julián Herbert, o como fue su caso tras ganar el Premio Jaén.
6. Que la finalidad de la crítica literaria consiste en poner en duda nuestro propio juicio crítico haciéndolo más complejo y devolviéndonos una visión renovada de la literatura que enriquezca la discusión sobre libros en la sociedad.
7. Que en España tenemos una abierta propensión a juzgar a los autores y no a sus libros (sic), y que la antipatía o amistad con el autor debe quedar fuera del análisis de los textos (sic again).
9. Que el impulso de la escritura puede nacer de la falsa ilusión de que los libros que leemos hubieran sido mejores si los hubiéramos escrito nosotros, y que eso es culpa de nuestras falencias como lectores, que serán subsanadas con el tiempo mediante la lectura de más y mejores libros.
10. Que en demasiadas ocasiones un escritor está tan implicado emocionalmente en su propia obra que le resulta difícil decir algo objetivo sobre ella y que por ese motivo los escritores son los peores críticos de sus obras y que no deberíamos preguntarles sobre ellas.
11. Que cualquier escritor, sea profesional o aspirante, se encuentra en el mismo lugar a la hora de comenzar un libro, y que la diferencia entre ambos estriba en que escribir más libros posibilita descubrir más errores y escribir más horas permite llegar a ser mejor.
12. Que un escritor joven como él que en su día recibió ánimos, consejos y ayuda literaria de otros escritores debe ser honesto con ese legado y ofrecer a los escritores que vienen detrás ánimos, consejos y ayuda.
13. Que la verdadera enseñanza de un escritor está en sus libros y no en su personalidad o en sus vivencias, lo cual forma parte de la mitomanía o morbosidad, que por otro lado resulta inevitable, y que la resolución de algunos misterios literarios siempre es menos interesante que el misterio propiamente dicho.
14. Que Cheever tenía razón al decir que la literatura podía salvar el mundo pero que probablemente se refería al mundo interior, ya que amplía el repertorio de posibilidades y nos lleva a preguntarnos acerca de nosotros mismos y nuestras condiciones de vida.
Y 15. Que la lectura, y por tanto la literatura, es una especie de religión laica que exige mucho pero garantiza a cambio una forma de salvación, o al menos un consuelo, y que tal vez ésa es la razón por la que no podamos dejar nunca de leer, de escribir y por tanto de amar la literatura.
***
Esto forma parte de una especie de "reportaje" sobre Patricio Pron que pueden leer completo aquí.
De Patricio Pron de momento sólo he leído los cuentos de La vida interior de las plantas de interior, que me gustó mucho y me dejó con ganas de más.
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07 septiembre 2015
27 noviembre 2014
Ursula
"Ahora mismo creo que necesitamos escritores que sepan cual es la diferencia entre la producción de un producto de mercado y la práctica artística. Desarrollar material escrito que se ajuste a las estrategias de venta con tal de maximizar los beneficios y los ingresos publicitarios no es en realidad lo mismo que ser responsables en la publicación de libros o como autores, y aun así veo como las editoriales ceden su poder ante los departamentos de ventas."
***
Señoras y señores, con todos ustedes, Ursula K. Le Guin.
(El vídeo puede verse subtitulado apretando el botoncito que dice "CC", aunque la traducción de ese fragmento en concreto es propia).
[Vía You Are Here]
***
Señoras y señores, con todos ustedes, Ursula K. Le Guin.
(El vídeo puede verse subtitulado apretando el botoncito que dice "CC", aunque la traducción de ese fragmento en concreto es propia).
[Vía You Are Here]
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Ursula K. Le Guin
20 mayo 2013
Un buen libro
Hay más literatura en la vida de cualquier lector que en las lecturas de cualquier vida.
*
Uno no lee poemas: se entiende con ellos.
*
A veces leer es demasiado fértil.
*
Todas las novelas son históricas.
*
"Pellízcame para saber si es cierto": ese pellizco vendría a ser, exactamente, la poesía.
*
Los escritores fingimos leer; en realidad reescribimos.
*
Un buen crítico ayuda al autor a comprender qué ha escrito.
Un mal crítico le muestra para quién no escribe.
*
Los editores tienden a elegir entre admirar a sus autores o pagarles.
*
La poesía es inevitable: lo difícil sería mirar literalmente.
*
Leer como si, dentro de un minuto, nos fueran a apagar la luz.
*
La gratitud luminosa de cerrar un buen libro.
***
Algunos aforismos de Andrés Neuman en El equilibrista.
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20 marzo 2013
Juanjo
Hace cinco años ya que fui a escuchar a Millás hablar sobre su novela El Mundo. El viernes pasó por el Kosmopolis de este año para hablar sobre libros y bibliotecas con Antonio G. Iturbe, y el sábado sobre libros y humor con Andreu Buenafuente. El viernes estuvo sumamente inspirado. El sábado, sumamente abrumado (¿demasiada gente? ¿demasiado Buenafuente?). De la charla del viernes salí con cinco folios de notas. Al repasarlas y repasar la entrada de hace cinco años, sonrío al encontrar temas y obsesiones recurrentes. Millás es Millás. Aunque ahora, cinco años después, yo ya lo llamo Juanjo.
[Sobre la relación entre el original y la copia]
A veces es mejor la copia que el original. No siempre se pueden distinguir. Al final, el original es el que tiene papeles. Recuerdo la anécdota de la escultura de Richard Serra que fue robada del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y sustituida por una copia con papeles que acreditaban que ella era la original y, en caso que apareciera la robada, aquella era la copia. Y la paradoja de la fábrica coreana en la que se producen tanto los vaqueros originales como los copiados, que solo se diferencian por la etiqueta que les ponen al final del proceso. Y mi estancia en una casa rural en la que oía cantar una rana en un estanque, pero resultó ser un aparato con un sensor de movimiento que croaba solo cuando se acercaba una persona (¿cómo confiar en las magdalenas del desayuno o en la piedra de la decoración?). Es difícil dar con una respuesta a la dicotomía entre realidad y ficción.
[Sobre la Wikipedia y las enciclopedias]
Antes el artículo sobre mí en la Wikipedia decía que me había casado con Ana María Matute y que esta me había dejado al confesarle en la noche de bodas mi homosexualidad, para irme después con Sándor Márai. Con lo cual, desconfío bastante de lo que dice la Wikipedia. Y además, me parece que está escrita de manera atroz, mientras que las antiguas enciclopedias estaban muy bien escritas.
En mi casa no había libros, pero teníamos la Enciclopedia Espasa, que la compró mi padre en un momento en el que había que comprar algo y no se le ocurrió comprar otra cosa. Al principio miraba las estampas, pero luego empecé a leer algunos artículos, y había algunos fascinantes. La lámina de “mimetismo”, por ejemplo, era preciosa, pero la entrada contaba unas historias terribles, como la del gusano que tenía aspecto de excremento de pájaro para evitar ser comido por ellos (que está bien, porque salvan la vida, pero qué precio tan alto que pagar...). El artículo “muerte” también era fantástico: contaba cómo se hacía una autopsia, como descubrir si alguien está muerto realmente o no (por ejemplo, acercando una cerilla encendida al dedo gordo del pie: si se hincha y estalla, es que el muerto no está muerto). Al final contaba la historia de un señor de Segovia que dejó a su mujer embarazada para ir de viaje, y tuvo que volver porque a mitad de camino le dijeron que su mujer había muerto. Al llegar de vuelta a Segovia ya la habían enterrado, y al abrir la tumba para poder despedirse de ella, nació el niño del que estaba embarazada. La frase final del artículo decía, literalmente, “y vivió muchos años llegando a ser alcalde de Jerez”. No sabía si reír o llorar, y eso es precisamente lo que me atraía de aquel artículo, la habilidad narrativa que te impedía saber si aquello era un texto de humor o de terror. Me he pasado la vida compitiendo con ese texto, intentando llegar a ese nivel de ambigüedad.
Una enciclopedia es, necesariamente, el proyecto de un loco. ¿Intentar abarcar en un libro toda la realidad? Detrás de algo así solo puede haber una mente disparatada.
[Sobre la curiosidad]
Lo que más me mueve es la curiosidad por ver, por saber. Me gusta sentarme y mirar a la gente y preguntarme cómo se ganarán la vida. Mi madre decía que curioso es el que es aprendiz de todo y maestro de nada, y recuerdo una película de Truffaut en la que un maestro le dice a alguien que no sabe a qué dedicarse, qué hacer en la vida, “sea usted curioso”. La curiosidad es el motor del mundo, y con la curiosidad la puesta en cuestión. Marthe Robert afirmaba que no había más que dos literaturas posibles, la del legítimo y la del bastardo: la de aquel que cree que sus padres son realmente sus padres, y la de aquel que se pregunta ¿estos señores serán realmente mis padres? Yo creo que la única literatura posible es la del bastardo, la de aquel que pone en cuestión la realidad heredada. La curiosidad es lo que lleva a uno a preguntarse todo esto. La curiosidad, que es el motor de los escritores y también el de los lectores.
[Sobre la primera biblioteca]
La biblioteca del barrio es otro momento fundacional en mi historia como lector. Yo vivía en un barrio suburbial de Madrid en el que no había muchas cosas, pero sí había una biblioteca, y como hacía mucho frío en la calle pues entrábamos para calentarnos. Y como no podíamos hacer nada más que estar sentados y leer. Un día cogí un libro al azar y me caí literalmente dentro de ese libro, y es en ese momento que me convertí en lector de novelas. Se trataba de Cinco semanas en globo de Julio Verne, y como no tenía carnet de la biblioteca y al cerrar tuve que dejarlo allí, al día siguiente fui el primero en entrar para que no me lo quitaran. No olvidaré nunca que esa fue mi primera novela leída.
[Sobre la lectura obligatoria y el fomento de la lectura]
Cuando era pequeño, el otro libro que había en casa y que me marcó, pero de manera muy mala, fue El Quijote. He tenido muchos problemas con El Quijote porque mi padre nos obligaba a leer fragmentos. No es solo que fuera a destiempo [que no estuviera preparado para esa lectura], sino también otras cosas. Porque eso de que la gente lea o no lea es muy complicado. Por eso son tan inútiles las campañas que se organizan para inducir a los adolescentes a la lectura. Para leer lo único que necesitas es estar jodido. Un chico de 15 años que esté bien, ¿para qué va a leer?
Otra cosa que ha hecho mucho daño a la lectura es el consenso que hay de que leer es bueno. Cuando yo era pequeño, los niños lectores dábamos miedo a los adultos, a los padres, a los profesores. Leer, leer febrilmente (porque a esas edades no hay término medio) estaba mal visto, y además el libro no era un objeto especialmente bien considerado, era un objeto peligroso e incluso había una lista de libros prohibidos, libros que de ninguna manera nadie podía leer (y que por supuesto eran los mejores). Se leía debajo de las sábanas con una linterna. Hoy en día todo eso ha cambiado. Uno pregunta a los padres, a los profesores o al ministro del interior y leer es bueno. Si yo fuera adolescente, no leería. Me dedicaría a los videojuegos, que preocupan mucho a los padres, a los profesores y al ministro del interior. Se trata de un consenso idiota (porque es completamente acrítico) y que hace mucho daño.
No hay que empeñarse en que la gente lea. Los mecanismos que se utilizan en general son desastrosos. La asignatura de lengua y literatura es un disparate, o lengua o literatura, pero no las dos cosas. La literatura debería sacarse del currículo escolar y ubicarse en otro espacio, en un espacio de ocio donde aprender a leer sea aprender a leerse a uno mismo, donde podamos usar la literatura para reflexionar sobre nosotros mismos. La lectura nos da respuestas que no nos dan en ningún otro ámbito de la realidad. La novela nos enseña el camino. ¿Para qué sirve la literatura? Para lo mismo que sirvió cuando la ficción empezó como relato oral, cuando la gente se reunía alrededor del fuego y se contaban historias. Sirve para iniciar en la vida a los que escuchan las historias / leen literatura. No solo advierten de los peligros, sino que proporcionan sentido a la vida. Y escuchar historias alrededor del fuego no era una actividad reglada, no era de cinco a seis a escuchar cuentos. Era una actividad lúdica que representaba un mapa de la realidad, que parece contradictorio per eso es la ficción: una representación de la realidad.
Tenemos que convertir la lectura en otra cosa porque ES otra cosa. Como dice Landero, la literatura no se enseña, se contagia.
Me preocupa imaginar una sociedad no lectora. Sería una sociedad ciega, sorda, opaca, de madera. Me daría terror.
[Sobre la lectura digital]
Tenerlo todo es lo más parecido a no tener nada. Hay montones de personas no lectoras con ipads cargados con cientos de volúmenes (todos piratas, por supuesto), pero en teoría para la lectura no tendría por qué ser malo, la pantalla es simplemente un soporte más. Yo leo mucho en pantalla, y además le tengo una cierta aversión al libro en papel porque invade todo mi espacio y además envejece muy mal. He intentado donar mis libros a alguna biblioteca, pero no los aceptan, no los quieren, es tan curioso como si un banco no aceptara dinero.
Una vez le pregunté a Saramago cuántos libros, de todos los que había leído, creía que habían sido realmente fundamentales, y él me contestó que 50. Yo creo que exageraba un poco, yo quizá diría 300, pero podría vivir solo con esos libros. Hace poco abrí y leí la primera frase de En busca del tiempo perdido de Proust (“Durante mucho tiempo me acosté temprano”) y casi me desmayé. La abundancia nos idiotiza. Podría vivir de releer libros, pero aun así no puedo dejar de comprarlos.
[Adoptar libros]
Igual que uno puede adoptar hijos, debería poder adoptar libros. Yo hubiera sido un padre excelente para El Lazarillo de Tormes, que no tiene padre. Y, del mismo modo que hay libros sin padre, también hay padres que no se merecen los libros que han producido. Yo habría sido mucho mejor padre que el hijo de puta que escribió ese libro...
[Otras lecturas]
Cuando hemos mencionado mi iniciación a la literatura no hemos hablado de mi afición a la lectura de prospectos de medicamentos. Me encantaba. Yo creo que me hacía a mí más efecto leer prospectos de ansiolíticos que a mi madre inflarse de pastillas en la cocina. Y también es una literatura que se ha deteriorado mucho, la de los prospectos, yo creo que porque las farmacéuticas tienen miedo de cometer algún error y que los enfermos les denuncien. Han dejado de usar palabras maravillosas. Yo creo que el historial clínico es el equivalente de la novela (todo historial clínico tiene algo de novela y toda novela algo de historial clínico), la autopsia el equivalente del cuento (un género en el que todo está muy anudado y apunta al mismo objetivo) y el prospecto es el equivalente de la poesía. Fueron muy importantes para mí, pero ahora les pasa lo que a la Wikipedia, que están muy mal escritos y ya no hay quien los lea.
[Sobre si es mejor leer libros malos que no leerlos]
Hay libros buenos y hay libros malos, claro. ¿Es mejor leer basura que no leer? Pues no sé...
[Sobre el subrayar los libros]
Siempre se subraya para alguien. Nunca para uno mismo. Y llevo mucho cuidado cuando subrayo, porque luego pienso ¿para quién habré subrayado yo esto? Con En busca del tiempo perdido me di cuenta de que había subrayado frases a lápiz y pensaba para quién habría subrayado yo aquellas frases, porque en este momento no me resultaban especialmente reveladoras. Me estaba metiendo en la intimidad de alguien que no era yo. ¿Qué habría pasado si mi padre hubiera sido lector de novelas y yo hubiera heredado su biblioteca y abriera novelas subrayadas por mi padre? Está claro que hubiera buscado significados ocultos, es algo inevitable. Por eso yo ahora a veces subrayo al azar, para despistar. ¡Que se apañen mis herederos con mis subrayados! Subrayar no es nunca una acción ingenua.
[Los libros no leídos]
Haces la cuenta de los libros que te da tiempo a leer en la vida. Pongamos cuatro al mes = 48 al año = 480 en diez años = 50 años de lector = ¿Cuántos salen? Muy pocos. Por eso también hay que seleccionar. Sabiendo que tenemos los días contados y los libros contados, ¿qué vamos a leer? Hay edades en las que todo te lo planteas en los mismos términos: ¿será el último coche que me compre? ¿será la última novela que escriba? Hay que ser cuidadoso. No es que me obsesione la idea de perder el tiempo, porque también leo muchos libros que no están en el canon de la Gran Literatura pero que son importantes para mí. Me gusta mucho Patricia Highsmith, por ejemplo, esa literatura fronteriza, que está mal considerada, con su historia paralela...
[Millás y la poesía]
Ahora por ejemplo estoy leyendo mucha poesía, como Emily Dickinson y Louise Glück. Leer poesía educa el oído. Alguien que quiera escribir, lo que sea (prosa, periodismo...), debería leer poesía. Yo todos los días antes de empezar a trabajar leo un poema. Te ayuda a colocarte en situación. Te quita la ansiedad, pone distancia...
Uno puede ser un novelista mediocre y cumplir una función, pero los poetas o son Shakespeare o no son nadie. No hay términos medios. Cuando conoces un poeta y llevas diez minutos hablando con él te preguntas “¿puede ser que este idiota haya escrito aquella maravilla?”, y claro, es que no ha sido él, fueron los dioses, porque la poesía es la expresión de los dioses. Los poetas logran entrar en otra dimensión, como decía Lévi-Strauss de la música, que desde un punto de vista antropológico no tiene explicación: es parte de una dimensión paralela que se ha colado en la nuestra.
[Sobre la ironía]
La ironía es un modo de acercarse a la realidad que te permite acercarte más porque la realidad no se da cuenta.

Iturbe: Imagina que te ofrecen un pacto. Escribirás una novela y será un éxito extraordinario, se traducirá a montones de idiomas, te harás millonario... pero a cambio no podrás volver a escribir nunca más. ¿Aceptarías el trato?
Millás: ¿La novela sería una obra maestra?
Iturbe: Sí.
Millás: Pues entonces sí, porque es lo que llevo intentando hacer toda mi vida. Aunque lo más probable es que luego no tardara mucho en morirme, porque ya se sabe que el motor del deseo es la frustración, y si yo sigo escribiendo novelas es porque con la última que escribí no acabé de conseguir lo que andaba buscando. Pero si escribo una obra maestra... pues ya está, ¿no?
***
PS1: Desde aquí, un agradecimiento especial a Biblioteques de Barcelona por organizar este acto dentro del Kosmopolis 2013. Gracias por la posibilidad de escuchar a Millás de nuevo en directo. Por muchos años, para todos, para Millás (que no, que no es la última, seguro...), para las bibliotecas y sus presupuestos para actividades culturales (son malos tiempos, pero las ganas no nos las van a quitar, ¿verdad?), y para nosotros que sigamos aquí para disfrutarlo.
PS2: ¿Un sorbito más? "Cuando usted se toma una pastilla para el dolor de cabeza, sólo se le quita el dolor de cabeza a usted. Pero cuando lee un libro, sus efectos terapéuticos se propagan al resto de la comunidad."
[Sobre la relación entre el original y la copia]
A veces es mejor la copia que el original. No siempre se pueden distinguir. Al final, el original es el que tiene papeles. Recuerdo la anécdota de la escultura de Richard Serra que fue robada del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y sustituida por una copia con papeles que acreditaban que ella era la original y, en caso que apareciera la robada, aquella era la copia. Y la paradoja de la fábrica coreana en la que se producen tanto los vaqueros originales como los copiados, que solo se diferencian por la etiqueta que les ponen al final del proceso. Y mi estancia en una casa rural en la que oía cantar una rana en un estanque, pero resultó ser un aparato con un sensor de movimiento que croaba solo cuando se acercaba una persona (¿cómo confiar en las magdalenas del desayuno o en la piedra de la decoración?). Es difícil dar con una respuesta a la dicotomía entre realidad y ficción.
[Sobre la Wikipedia y las enciclopedias]
Antes el artículo sobre mí en la Wikipedia decía que me había casado con Ana María Matute y que esta me había dejado al confesarle en la noche de bodas mi homosexualidad, para irme después con Sándor Márai. Con lo cual, desconfío bastante de lo que dice la Wikipedia. Y además, me parece que está escrita de manera atroz, mientras que las antiguas enciclopedias estaban muy bien escritas.
En mi casa no había libros, pero teníamos la Enciclopedia Espasa, que la compró mi padre en un momento en el que había que comprar algo y no se le ocurrió comprar otra cosa. Al principio miraba las estampas, pero luego empecé a leer algunos artículos, y había algunos fascinantes. La lámina de “mimetismo”, por ejemplo, era preciosa, pero la entrada contaba unas historias terribles, como la del gusano que tenía aspecto de excremento de pájaro para evitar ser comido por ellos (que está bien, porque salvan la vida, pero qué precio tan alto que pagar...). El artículo “muerte” también era fantástico: contaba cómo se hacía una autopsia, como descubrir si alguien está muerto realmente o no (por ejemplo, acercando una cerilla encendida al dedo gordo del pie: si se hincha y estalla, es que el muerto no está muerto). Al final contaba la historia de un señor de Segovia que dejó a su mujer embarazada para ir de viaje, y tuvo que volver porque a mitad de camino le dijeron que su mujer había muerto. Al llegar de vuelta a Segovia ya la habían enterrado, y al abrir la tumba para poder despedirse de ella, nació el niño del que estaba embarazada. La frase final del artículo decía, literalmente, “y vivió muchos años llegando a ser alcalde de Jerez”. No sabía si reír o llorar, y eso es precisamente lo que me atraía de aquel artículo, la habilidad narrativa que te impedía saber si aquello era un texto de humor o de terror. Me he pasado la vida compitiendo con ese texto, intentando llegar a ese nivel de ambigüedad.
Una enciclopedia es, necesariamente, el proyecto de un loco. ¿Intentar abarcar en un libro toda la realidad? Detrás de algo así solo puede haber una mente disparatada.
[Sobre la curiosidad]
Lo que más me mueve es la curiosidad por ver, por saber. Me gusta sentarme y mirar a la gente y preguntarme cómo se ganarán la vida. Mi madre decía que curioso es el que es aprendiz de todo y maestro de nada, y recuerdo una película de Truffaut en la que un maestro le dice a alguien que no sabe a qué dedicarse, qué hacer en la vida, “sea usted curioso”. La curiosidad es el motor del mundo, y con la curiosidad la puesta en cuestión. Marthe Robert afirmaba que no había más que dos literaturas posibles, la del legítimo y la del bastardo: la de aquel que cree que sus padres son realmente sus padres, y la de aquel que se pregunta ¿estos señores serán realmente mis padres? Yo creo que la única literatura posible es la del bastardo, la de aquel que pone en cuestión la realidad heredada. La curiosidad es lo que lleva a uno a preguntarse todo esto. La curiosidad, que es el motor de los escritores y también el de los lectores.
[Sobre la primera biblioteca]
La biblioteca del barrio es otro momento fundacional en mi historia como lector. Yo vivía en un barrio suburbial de Madrid en el que no había muchas cosas, pero sí había una biblioteca, y como hacía mucho frío en la calle pues entrábamos para calentarnos. Y como no podíamos hacer nada más que estar sentados y leer. Un día cogí un libro al azar y me caí literalmente dentro de ese libro, y es en ese momento que me convertí en lector de novelas. Se trataba de Cinco semanas en globo de Julio Verne, y como no tenía carnet de la biblioteca y al cerrar tuve que dejarlo allí, al día siguiente fui el primero en entrar para que no me lo quitaran. No olvidaré nunca que esa fue mi primera novela leída.
[Sobre la lectura obligatoria y el fomento de la lectura]
Cuando era pequeño, el otro libro que había en casa y que me marcó, pero de manera muy mala, fue El Quijote. He tenido muchos problemas con El Quijote porque mi padre nos obligaba a leer fragmentos. No es solo que fuera a destiempo [que no estuviera preparado para esa lectura], sino también otras cosas. Porque eso de que la gente lea o no lea es muy complicado. Por eso son tan inútiles las campañas que se organizan para inducir a los adolescentes a la lectura. Para leer lo único que necesitas es estar jodido. Un chico de 15 años que esté bien, ¿para qué va a leer?
Otra cosa que ha hecho mucho daño a la lectura es el consenso que hay de que leer es bueno. Cuando yo era pequeño, los niños lectores dábamos miedo a los adultos, a los padres, a los profesores. Leer, leer febrilmente (porque a esas edades no hay término medio) estaba mal visto, y además el libro no era un objeto especialmente bien considerado, era un objeto peligroso e incluso había una lista de libros prohibidos, libros que de ninguna manera nadie podía leer (y que por supuesto eran los mejores). Se leía debajo de las sábanas con una linterna. Hoy en día todo eso ha cambiado. Uno pregunta a los padres, a los profesores o al ministro del interior y leer es bueno. Si yo fuera adolescente, no leería. Me dedicaría a los videojuegos, que preocupan mucho a los padres, a los profesores y al ministro del interior. Se trata de un consenso idiota (porque es completamente acrítico) y que hace mucho daño.
No hay que empeñarse en que la gente lea. Los mecanismos que se utilizan en general son desastrosos. La asignatura de lengua y literatura es un disparate, o lengua o literatura, pero no las dos cosas. La literatura debería sacarse del currículo escolar y ubicarse en otro espacio, en un espacio de ocio donde aprender a leer sea aprender a leerse a uno mismo, donde podamos usar la literatura para reflexionar sobre nosotros mismos. La lectura nos da respuestas que no nos dan en ningún otro ámbito de la realidad. La novela nos enseña el camino. ¿Para qué sirve la literatura? Para lo mismo que sirvió cuando la ficción empezó como relato oral, cuando la gente se reunía alrededor del fuego y se contaban historias. Sirve para iniciar en la vida a los que escuchan las historias / leen literatura. No solo advierten de los peligros, sino que proporcionan sentido a la vida. Y escuchar historias alrededor del fuego no era una actividad reglada, no era de cinco a seis a escuchar cuentos. Era una actividad lúdica que representaba un mapa de la realidad, que parece contradictorio per eso es la ficción: una representación de la realidad.
Tenemos que convertir la lectura en otra cosa porque ES otra cosa. Como dice Landero, la literatura no se enseña, se contagia.
Me preocupa imaginar una sociedad no lectora. Sería una sociedad ciega, sorda, opaca, de madera. Me daría terror.
[Sobre la lectura digital]
Tenerlo todo es lo más parecido a no tener nada. Hay montones de personas no lectoras con ipads cargados con cientos de volúmenes (todos piratas, por supuesto), pero en teoría para la lectura no tendría por qué ser malo, la pantalla es simplemente un soporte más. Yo leo mucho en pantalla, y además le tengo una cierta aversión al libro en papel porque invade todo mi espacio y además envejece muy mal. He intentado donar mis libros a alguna biblioteca, pero no los aceptan, no los quieren, es tan curioso como si un banco no aceptara dinero.
Una vez le pregunté a Saramago cuántos libros, de todos los que había leído, creía que habían sido realmente fundamentales, y él me contestó que 50. Yo creo que exageraba un poco, yo quizá diría 300, pero podría vivir solo con esos libros. Hace poco abrí y leí la primera frase de En busca del tiempo perdido de Proust (“Durante mucho tiempo me acosté temprano”) y casi me desmayé. La abundancia nos idiotiza. Podría vivir de releer libros, pero aun así no puedo dejar de comprarlos.
[Adoptar libros]
Igual que uno puede adoptar hijos, debería poder adoptar libros. Yo hubiera sido un padre excelente para El Lazarillo de Tormes, que no tiene padre. Y, del mismo modo que hay libros sin padre, también hay padres que no se merecen los libros que han producido. Yo habría sido mucho mejor padre que el hijo de puta que escribió ese libro...
[Otras lecturas]
Cuando hemos mencionado mi iniciación a la literatura no hemos hablado de mi afición a la lectura de prospectos de medicamentos. Me encantaba. Yo creo que me hacía a mí más efecto leer prospectos de ansiolíticos que a mi madre inflarse de pastillas en la cocina. Y también es una literatura que se ha deteriorado mucho, la de los prospectos, yo creo que porque las farmacéuticas tienen miedo de cometer algún error y que los enfermos les denuncien. Han dejado de usar palabras maravillosas. Yo creo que el historial clínico es el equivalente de la novela (todo historial clínico tiene algo de novela y toda novela algo de historial clínico), la autopsia el equivalente del cuento (un género en el que todo está muy anudado y apunta al mismo objetivo) y el prospecto es el equivalente de la poesía. Fueron muy importantes para mí, pero ahora les pasa lo que a la Wikipedia, que están muy mal escritos y ya no hay quien los lea.
[Sobre si es mejor leer libros malos que no leerlos]
Hay libros buenos y hay libros malos, claro. ¿Es mejor leer basura que no leer? Pues no sé...
[Sobre el subrayar los libros]
Siempre se subraya para alguien. Nunca para uno mismo. Y llevo mucho cuidado cuando subrayo, porque luego pienso ¿para quién habré subrayado yo esto? Con En busca del tiempo perdido me di cuenta de que había subrayado frases a lápiz y pensaba para quién habría subrayado yo aquellas frases, porque en este momento no me resultaban especialmente reveladoras. Me estaba metiendo en la intimidad de alguien que no era yo. ¿Qué habría pasado si mi padre hubiera sido lector de novelas y yo hubiera heredado su biblioteca y abriera novelas subrayadas por mi padre? Está claro que hubiera buscado significados ocultos, es algo inevitable. Por eso yo ahora a veces subrayo al azar, para despistar. ¡Que se apañen mis herederos con mis subrayados! Subrayar no es nunca una acción ingenua.
[Los libros no leídos]
Haces la cuenta de los libros que te da tiempo a leer en la vida. Pongamos cuatro al mes = 48 al año = 480 en diez años = 50 años de lector = ¿Cuántos salen? Muy pocos. Por eso también hay que seleccionar. Sabiendo que tenemos los días contados y los libros contados, ¿qué vamos a leer? Hay edades en las que todo te lo planteas en los mismos términos: ¿será el último coche que me compre? ¿será la última novela que escriba? Hay que ser cuidadoso. No es que me obsesione la idea de perder el tiempo, porque también leo muchos libros que no están en el canon de la Gran Literatura pero que son importantes para mí. Me gusta mucho Patricia Highsmith, por ejemplo, esa literatura fronteriza, que está mal considerada, con su historia paralela...
[Millás y la poesía]
Ahora por ejemplo estoy leyendo mucha poesía, como Emily Dickinson y Louise Glück. Leer poesía educa el oído. Alguien que quiera escribir, lo que sea (prosa, periodismo...), debería leer poesía. Yo todos los días antes de empezar a trabajar leo un poema. Te ayuda a colocarte en situación. Te quita la ansiedad, pone distancia...
Uno puede ser un novelista mediocre y cumplir una función, pero los poetas o son Shakespeare o no son nadie. No hay términos medios. Cuando conoces un poeta y llevas diez minutos hablando con él te preguntas “¿puede ser que este idiota haya escrito aquella maravilla?”, y claro, es que no ha sido él, fueron los dioses, porque la poesía es la expresión de los dioses. Los poetas logran entrar en otra dimensión, como decía Lévi-Strauss de la música, que desde un punto de vista antropológico no tiene explicación: es parte de una dimensión paralela que se ha colado en la nuestra.
[Sobre la ironía]
La ironía es un modo de acercarse a la realidad que te permite acercarte más porque la realidad no se da cuenta.
[De izquierda a derecha, Antonio G. Iturbe, Juan José Millás, y Juan José Arranz]
Iturbe: Imagina que te ofrecen un pacto. Escribirás una novela y será un éxito extraordinario, se traducirá a montones de idiomas, te harás millonario... pero a cambio no podrás volver a escribir nunca más. ¿Aceptarías el trato?
Millás: ¿La novela sería una obra maestra?
Iturbe: Sí.
Millás: Pues entonces sí, porque es lo que llevo intentando hacer toda mi vida. Aunque lo más probable es que luego no tardara mucho en morirme, porque ya se sabe que el motor del deseo es la frustración, y si yo sigo escribiendo novelas es porque con la última que escribí no acabé de conseguir lo que andaba buscando. Pero si escribo una obra maestra... pues ya está, ¿no?
***
PS1: Desde aquí, un agradecimiento especial a Biblioteques de Barcelona por organizar este acto dentro del Kosmopolis 2013. Gracias por la posibilidad de escuchar a Millás de nuevo en directo. Por muchos años, para todos, para Millás (que no, que no es la última, seguro...), para las bibliotecas y sus presupuestos para actividades culturales (son malos tiempos, pero las ganas no nos las van a quitar, ¿verdad?), y para nosotros que sigamos aquí para disfrutarlo.
PS2: ¿Un sorbito más? "Cuando usted se toma una pastilla para el dolor de cabeza, sólo se le quita el dolor de cabeza a usted. Pero cuando lee un libro, sus efectos terapéuticos se propagan al resto de la comunidad."
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16 noviembre 2012
Todos tenemos secretos...
1.- Cien años después de su muerte todavía no se ha determinado si fue o no pedófilo.
2.- Hacia el final de su vida unos cien seguidores acamparon cerca de su casa con la esperanza de tocar la capa del maestro.
3.- Por motivos que sólo ella sabía, llamaba a los orgasmos "vacas".
4.- Rodin le dio una bofetada.
5.- Sus cartas de amor estaban llenas de descripciones explícitas de actos sexuales que había realizado o quería realizar con ella.
6.- Le concedieron la medalla de oro de la American Safety Society por sus medidas de prevención, que ayudaron a reducir los accidentes laborales.
7.- Tenía una discapacidad de aprendizaje, llamada disgrafía, que le impedía escribir de manera legible, de modo que tuvo que dictar todas sus novelas.
8.- Sus ronquidos eran tan molestos que él y su esposa llegaron a un curioso acuerdo: ella dormía en el dormitorio y él en el baño.
9.- Era excéntrico para todo y sólo aceptaba un regalo de Navidad: limpiapipas.
10.- Según su hija [...] se bebía su propia orina, al parecer con fines medicinales y no como refresco.
***
a) Agatha Christie
b) J. D. Salinger
c) J. R. R. Tolkien
d) Lewis Carroll
e) Virginia Woolf
f) León Tolstói
g) William Faulkner
h) James Joyce
i) Franz Kafka
j) Gertrude Stein
***
Nos han llegado a la biblioteca las Vidas secretas de grandes escritores (autor Robert Schnakenberg; editorial Océano), y no vean lo que estoy disfrutando... A modo de juego, e inspirada por el Cuaderno de Blackie Books, unan los verídicos hechos de arriba con la personalidad que les corresponda de la lista de abajo. Las respuestas correctas después del fin de semana en los comentarios.
De este libro han dicho: "Desde la última vez que acaricié los senos de mi mujer que no pasaba por mis manos algo tan atractivo y entretenido." ¿De veras lo van a dejar pasar?
2.- Hacia el final de su vida unos cien seguidores acamparon cerca de su casa con la esperanza de tocar la capa del maestro.
3.- Por motivos que sólo ella sabía, llamaba a los orgasmos "vacas".
4.- Rodin le dio una bofetada.
5.- Sus cartas de amor estaban llenas de descripciones explícitas de actos sexuales que había realizado o quería realizar con ella.
6.- Le concedieron la medalla de oro de la American Safety Society por sus medidas de prevención, que ayudaron a reducir los accidentes laborales.
7.- Tenía una discapacidad de aprendizaje, llamada disgrafía, que le impedía escribir de manera legible, de modo que tuvo que dictar todas sus novelas.
8.- Sus ronquidos eran tan molestos que él y su esposa llegaron a un curioso acuerdo: ella dormía en el dormitorio y él en el baño.
9.- Era excéntrico para todo y sólo aceptaba un regalo de Navidad: limpiapipas.
10.- Según su hija [...] se bebía su propia orina, al parecer con fines medicinales y no como refresco.
***
a) Agatha Christie
b) J. D. Salinger
c) J. R. R. Tolkien
d) Lewis Carroll
e) Virginia Woolf
f) León Tolstói
g) William Faulkner
h) James Joyce
i) Franz Kafka
j) Gertrude Stein
***
Nos han llegado a la biblioteca las Vidas secretas de grandes escritores (autor Robert Schnakenberg; editorial Océano), y no vean lo que estoy disfrutando... A modo de juego, e inspirada por el Cuaderno de Blackie Books, unan los verídicos hechos de arriba con la personalidad que les corresponda de la lista de abajo. Las respuestas correctas después del fin de semana en los comentarios.
De este libro han dicho: "Desde la última vez que acaricié los senos de mi mujer que no pasaba por mis manos algo tan atractivo y entretenido." ¿De veras lo van a dejar pasar?
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Sobre los autores
02 junio 2011
La red social

De redes sociales, ha habido siempre. Esta abarca unos tres siglos (década arriba, década abajo...). Amigos, amores y familia. Como un "Hola" de la cultura. Lo encontré en Lapham's Quarterly, aunque si les gustan las tablas y los gráficos, no deberían perderse I love charts (English almost a must). Yo estoy enganchada desde que lo descubrí :-)
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24 septiembre 2010
De autores desaparecidos y títulos (in)apropiados
Al verme rodeado de tus papeles, de pronto me acordé del día que me hablaste de la última voluntad de Kafka. Había entregado su vida a la escritura y al sentir que la muerte se le echaba encima, le pidió a su mejor amigo, Max Brod, que destruyera sus escritos.
Es una anécdota manida, añadiste, pero no por eso deja de ser impresionante. Virgilio también hizo algo parecido. Naturalmente sólo tenemos conocimiento de los casos en que los amigos desobedecieron. ¿Cuántos habrá que, por el contrario, respetaron la voluntad del muerto? ¿Cuántos kafkas y virgilios habrán desaparecido sin dejar rastro de su paso por la tierra?
Llámame Brooklyn, de Eduardo Lago.
[Nunca se me había ocurrido pensar en cuántos... ¿serán muchos? ¿no les da miedo pensarlo? Aunque también lo da pensar en cuántos kafkas y virgilios hay publicados pero nunca leeremos por falta de tiempo, por no haber sabido escoger nuestras lecturas correctamente o por un exceso de lecturas intrascendentes...]
***
Un buen título no es exactamente un sello de aprobación, pero uno malo reducirá seriamente el aura de una novela. Curiosamente un título "brillante", como Hangover Square o La balada del café triste, es casi una garantía de obra muy menor.
El infierno imbécil, de Martin Amis.
[¿Recuerdan esta lista de títulos curiosos? Los enlaces están ya todos rotos, pero les puedo asegurar que todos y cada uno de esos libros existen... Me pregunto qué opinaría sobre ellos Martin Amis.]
Es una anécdota manida, añadiste, pero no por eso deja de ser impresionante. Virgilio también hizo algo parecido. Naturalmente sólo tenemos conocimiento de los casos en que los amigos desobedecieron. ¿Cuántos habrá que, por el contrario, respetaron la voluntad del muerto? ¿Cuántos kafkas y virgilios habrán desaparecido sin dejar rastro de su paso por la tierra?
Llámame Brooklyn, de Eduardo Lago.
[Nunca se me había ocurrido pensar en cuántos... ¿serán muchos? ¿no les da miedo pensarlo? Aunque también lo da pensar en cuántos kafkas y virgilios hay publicados pero nunca leeremos por falta de tiempo, por no haber sabido escoger nuestras lecturas correctamente o por un exceso de lecturas intrascendentes...]
***
Un buen título no es exactamente un sello de aprobación, pero uno malo reducirá seriamente el aura de una novela. Curiosamente un título "brillante", como Hangover Square o La balada del café triste, es casi una garantía de obra muy menor.
El infierno imbécil, de Martin Amis.
[¿Recuerdan esta lista de títulos curiosos? Los enlaces están ya todos rotos, pero les puedo asegurar que todos y cada uno de esos libros existen... Me pregunto qué opinaría sobre ellos Martin Amis.]
15 febrero 2010
Cara a cara
"Me ocurre muy rara vez sentir esa urgencia por conocer personalmente a los autores de los libros que me conmueven o maravillan. Me he llevado ya algunas tremendas decepciones al respecto y, de manera general, pienso que es preferible quedarse con la imagen ideal que uno se hace de los escritores que admira, antes que arriesgarse a cotejarla con la real. Salvo que uno tenga la aplastante sospecha de que vale la pena intentarlo."
***
Reflexionaba Vargas Llosa no hace mucho en El País sobre el encontrarse cara a cara con los escritores que uno admira. Me encantaría leer sus experiencias al respecto. ¿Se pasan por los comentarios? Quizá yo también lo haga...
***
Reflexionaba Vargas Llosa no hace mucho en El País sobre el encontrarse cara a cara con los escritores que uno admira. Me encantaría leer sus experiencias al respecto. ¿Se pasan por los comentarios? Quizá yo también lo haga...
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25 julio 2008
Peeping (II)

Si despedíamos la semana pasada echando un vistazo a las habitaciones en las que algunos escritores escriben, esta semana la vamos a despedir echando un vistazo a las bibliotecas de algunos escritores, es decir: las habitaciones en las que algunos escritores leen.
Porque, si son tan chafarderos (bibliográficamente hablando) como una servidora, seguro que les encantará saber que gracias a Librarything podemos chafardear los libros que escritores como W.H. Auden, Sylvia Plath, Ezra Pound, Ernest Hemingway, James Joyce, Franz Kafka o Karen Blixen tenían en sus estanterías.
Y debo decir que a pesar de haber pasado un par de buenos ratos mirando las nubes de escritores leídos por algunas de las personalidades cuyas librerías han sido escrutadas para este proyecto (la de Thomas Jefferson quita el aliento...), sólo he encontrado UN escritor español...
Si quieren saber más, no se dejen la página del grupo encargado de realizar estas recopilaciones, que se llama ni más ni menos que "I See Dead People's Books" ("Veo libros de muertos"... sin comentarios). Y todavía encontrarán más en este artículo en The Guardian (en inglés).
... Estoy tentada, para amenizar el fin de semana, de dar un premio al primero que acierte de quién es la biblioteca de la fotografía que acompaña este post...
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18 julio 2008
Peeping






Son las habitaciones en las que escriben (o escribían) Virginia Woolf, Alain de Botton, Mark Haddon, Roald Dahl, Lord Byron y Hanif Kureishi. Pero, ¿sabrían decir de cuál de ellos es cada una de las habitaciones?
No se vale hacer trampa yendo a mirar el reportaje de The Guardian, titulado Writers' Rooms, del que están extraídas las fotos... Aunque pueden hacerlo después, sobre todo si quieren saber cómo eran (o son) las habitaciones de Darwin, Kipling, George Bernard Shaw, Martin Amis, Siri Hustvedt o Jonathan Safran Foer...
La respuesta al enigma, el lunes en los comentarios.
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11 abril 2008
Del escritor al lector: Juan José Millás

Ayer Juan José Millás estuvo fabuloso. Los encuentros para firmar ejemplares son bastante seguros, porque el intercambio es mínimo y no puede una sentirse defraudada por el ego de la persona en cuestión, pero una conferencia/charla/encuentro con lectores, como se anunciaba el evento de ayer en la Biblioteca Ramón Fernández Jurado de Castelldefels, suponía un riesgo mayor. No sé si los autores lo vivirán así, pero así me enfrentaba yo ayer a uno de mis favoritos. No lo he visto demasiado en televisión, no sigo sus intervenciones radiofónicas, podríamos decir que solo lo conozco “de lectura”, así que el cara a cara tenía sus pros y sus contras. Por una parte quizá habría tiempo (y valor) para hacerle alguna pregunta, pero por otra, ¿y si resultaba... simplemente “distinto” a como lo esperaba? Malditas expectativas... Era como tener un nuevo libro suyo delante. Siempre me cuesta empezar con un libro nuevo de alguno de los autores que más me gustan, porque... ¿y si no me atrapa como los anteriores?
Pero la balanza se inclinó a nuestro favor. Empezó hablando de El Mundo (ya saben, Premio Planeta, mucho dinero, campaña de promoción a lo bestia, etc.), de la idea de escribir, al compás del libro, un diario o cuaderno de bitácora sobre la evolución del propio libro y cómo este El Mundo es quizá la obra más cercana a esta idea que ha escrito [me quedé con las ganas de recomendarle el Diario de un álbum de Dupuy y Berberian]. Habló de cómo surgió la idea para la novela, a raíz de sus reportajes en EPS como “sombra” de diferentes personalidades y de la idea de hacer de sombra de sí mismo, y de cómo la primera frase de la novela se le apareció una noche en un hotel de Barcelona y a partir de ahí empezó a tomar notas, escribiendo la novela casi al dictado y disfrutando de ello, ya que es algo que, según él, muy pocas veces sucede. Después de terminar de tomar notas, empezó el arduo proceso de reescritura, reduciendo la extensión a la mitad (quería más “tensión que extensión” en esta novela). Cuatro revisiones le costó conseguir lo que quería, y regalar a sus lectores una nueva obra, que no entraba dentro de sus planes escribir, sino que se impuso, como todos sus trabajos anteriores, porque era lo que el momento le decía que debía hacer.
Habló el Millás escritor, y quizá fue para mí la parte menos interesante de la charla. Se notaba que era algo que ya había contado tantas veces antes... Un discurso preparado. La obra de teatro. Fue interesante, no me malinterpreten, pero una podía sentir que eso era lo que “debía” contar. El turno de preguntas fue el momento de improvisar y de satisfacer a la audiencia. Habló de su participación en el programa de Gemma Nierga y de los textos que envían los oyentes sobre el tema que él propone. Habló del texto sobre la culpa en el que una mujer mataba a una hormiga (“era pequeña y negra, y no grande y roja como las del año pasado”) con una plancha, de la niña que preguntaba a sus padres en qué postura la habían concebido, y del terror que pueden llegar a contener dos líneas (“Cierra los ojos. Todo lo que ves, es mío.”).
Luego vino lo mejor: vino el Millás lector. Mi curiosidad hacia los autores no es tanto sobre cómo escriben, a pesar de que lo que yo admire sea el resultado de ese proceso, sino qué y cómo leen. Me sorprendió descubrir a un Millás negropolicíacodetectivesco, declarando a Patricia Highsmith y John LeCarré como dos de sus autores favoritos, y defendiendo a Thomas Harris (creador de Hannibal Lecter) e incluso algunas de las obras maestras de Stephen King (de las que escogió Misery). Habló de étapas depresivas en la lectura: momentos, en los que parece que nada de lo que lees te llena. Son los momentos de la relectura: Flaubert, los rusos (mencionó a Dostoievsky), los cuentos de Hemingway y Capote, La canción del verdugo de Norman Mailer, y otra vez y sobre todo Highsmith. Nos dijo que ahora estaba leyendo un libro de cuentos de un japonés (“nunca sé si es Murakami o Mukarami”) titulado Sauce ciego, mujer dormida, y que lo estaba leyendo con mucho gusto.
Citó a Juan Benet diciendo que los libros son como las mujeres: los hay que te gustan pero no te interesan, otros que te interesan pero no te gustan, y cuando encuentras a uno que te gusta y te interesa, debes casarte con él. Dijo que la lectura era algo que tenía que ver con la pasión, y que debíamos desligarla del aprendizaje y de las cosas prácticas. Que mientras uno lee el mundo tiene sentido y la realidad, fragmentaria y dispersa, encuentra unidad en los libros. Y habló de la biblioteca de barrio en la que cayó dentro de 20.000 leguas de viaje submarino, aunque el bibliotecario [y me llamó la atención que fuera bibliotecario y no bibliotecaria] siempre los estuviera mandando callar.
Para acabar una quería arrancarle una pequeña crítica a nuestro Sant Jordi, a la larga jornada de caras y firmas que debe suponer para un autor, pero solo tuvo alabanzas para la fiesta del libro y de la rosa. Primero, alabanza para una sociedad que ha conseguido que haya un día al año en el que uno sea un miserable si por la noche llega a casa y no lleva consigo un libro y una rosa. Y segundo, alabanza porque ha conseguido reunir en un solo día dos jornadas que son un asco, el festivo domingo y el laborable lunes. ¡Si supiera que yo me desharía sin dudarlo de la parte laborable de Sant Jordi, que este año me va a retener toda la tarde en el trabajo!
Juanjo, se te veía delgado y cansado. Haznos el favor de cuidarte: descansar y comer bien. Como dijo otro de los asistentes al acto, tienes que vivir todavía muchos años para que podamos disfrutarte.
Pero la balanza se inclinó a nuestro favor. Empezó hablando de El Mundo (ya saben, Premio Planeta, mucho dinero, campaña de promoción a lo bestia, etc.), de la idea de escribir, al compás del libro, un diario o cuaderno de bitácora sobre la evolución del propio libro y cómo este El Mundo es quizá la obra más cercana a esta idea que ha escrito [me quedé con las ganas de recomendarle el Diario de un álbum de Dupuy y Berberian]. Habló de cómo surgió la idea para la novela, a raíz de sus reportajes en EPS como “sombra” de diferentes personalidades y de la idea de hacer de sombra de sí mismo, y de cómo la primera frase de la novela se le apareció una noche en un hotel de Barcelona y a partir de ahí empezó a tomar notas, escribiendo la novela casi al dictado y disfrutando de ello, ya que es algo que, según él, muy pocas veces sucede. Después de terminar de tomar notas, empezó el arduo proceso de reescritura, reduciendo la extensión a la mitad (quería más “tensión que extensión” en esta novela). Cuatro revisiones le costó conseguir lo que quería, y regalar a sus lectores una nueva obra, que no entraba dentro de sus planes escribir, sino que se impuso, como todos sus trabajos anteriores, porque era lo que el momento le decía que debía hacer.
Habló el Millás escritor, y quizá fue para mí la parte menos interesante de la charla. Se notaba que era algo que ya había contado tantas veces antes... Un discurso preparado. La obra de teatro. Fue interesante, no me malinterpreten, pero una podía sentir que eso era lo que “debía” contar. El turno de preguntas fue el momento de improvisar y de satisfacer a la audiencia. Habló de su participación en el programa de Gemma Nierga y de los textos que envían los oyentes sobre el tema que él propone. Habló del texto sobre la culpa en el que una mujer mataba a una hormiga (“era pequeña y negra, y no grande y roja como las del año pasado”) con una plancha, de la niña que preguntaba a sus padres en qué postura la habían concebido, y del terror que pueden llegar a contener dos líneas (“Cierra los ojos. Todo lo que ves, es mío.”).
Luego vino lo mejor: vino el Millás lector. Mi curiosidad hacia los autores no es tanto sobre cómo escriben, a pesar de que lo que yo admire sea el resultado de ese proceso, sino qué y cómo leen. Me sorprendió descubrir a un Millás negropolicíacodetectivesco, declarando a Patricia Highsmith y John LeCarré como dos de sus autores favoritos, y defendiendo a Thomas Harris (creador de Hannibal Lecter) e incluso algunas de las obras maestras de Stephen King (de las que escogió Misery). Habló de étapas depresivas en la lectura: momentos, en los que parece que nada de lo que lees te llena. Son los momentos de la relectura: Flaubert, los rusos (mencionó a Dostoievsky), los cuentos de Hemingway y Capote, La canción del verdugo de Norman Mailer, y otra vez y sobre todo Highsmith. Nos dijo que ahora estaba leyendo un libro de cuentos de un japonés (“nunca sé si es Murakami o Mukarami”) titulado Sauce ciego, mujer dormida, y que lo estaba leyendo con mucho gusto.
Citó a Juan Benet diciendo que los libros son como las mujeres: los hay que te gustan pero no te interesan, otros que te interesan pero no te gustan, y cuando encuentras a uno que te gusta y te interesa, debes casarte con él. Dijo que la lectura era algo que tenía que ver con la pasión, y que debíamos desligarla del aprendizaje y de las cosas prácticas. Que mientras uno lee el mundo tiene sentido y la realidad, fragmentaria y dispersa, encuentra unidad en los libros. Y habló de la biblioteca de barrio en la que cayó dentro de 20.000 leguas de viaje submarino, aunque el bibliotecario [y me llamó la atención que fuera bibliotecario y no bibliotecaria] siempre los estuviera mandando callar.
Para acabar una quería arrancarle una pequeña crítica a nuestro Sant Jordi, a la larga jornada de caras y firmas que debe suponer para un autor, pero solo tuvo alabanzas para la fiesta del libro y de la rosa. Primero, alabanza para una sociedad que ha conseguido que haya un día al año en el que uno sea un miserable si por la noche llega a casa y no lleva consigo un libro y una rosa. Y segundo, alabanza porque ha conseguido reunir en un solo día dos jornadas que son un asco, el festivo domingo y el laborable lunes. ¡Si supiera que yo me desharía sin dudarlo de la parte laborable de Sant Jordi, que este año me va a retener toda la tarde en el trabajo!
Juanjo, se te veía delgado y cansado. Haznos el favor de cuidarte: descansar y comer bien. Como dijo otro de los asistentes al acto, tienes que vivir todavía muchos años para que podamos disfrutarte.
30 marzo 2007
Infiltrados

Un escritor malo recibió de su organización colegial la orden de infiltrarse entre los escritores buenos para estudiar sus hábitos, sus formas de vida, sus contactos. El escritor malo sedujo a una novelista de prestigio que le abrió su casa y bajo cuyo techo escribió, para disimular, novelas buenas que fueron muy jaleadas por la crítica. Y aunque hay escritores buenos que a veces, sin querer, publican libros malos, él, para evitar sospechas, sólo entregaba al editor productos de primera calidad, con mucho monólogo interior y abundancia de oraciones subordinadas. Cada quince días enviaba a los suyos un informe en el que relataba el modo en que los escritores buenos se relacionaban con las editoriales, con el mundo académico, con los periódicos, y en el que daba cuenta también de las marcas de sus colonias, jabones o desodorantes.
Pero hete aquí que la escritora buena, lo sorprendió en cierta ocasión, sin que él se diera cuenta, escribiendo a hurtadillas (qué rayos querrá decir a hurtadillas) una novela mala. Tras esperar a que saliera de casa, revisó el disco duro de su ordenador, descubriendo que practicaba en secreto una literatura previsible, costumbrista, plana, sin ambición formal, etc. Descubrió también los informes que enviaba periódicamente al otro lado, revelando los secretos más íntimos de sus colegas. Dividida entre la fidelidad al amor y a la literatura buena, optó finalmente por ésta denunciando a su amante ante el Comité Nacional de Escritores Buenos, cuyas autoridades procedieron a su detención, aunque le perdonaron la vida a cambio de que en el futuro actuara de topo entre los escritores malos para descubrir sus fórmulas, sus trucos, su cocina.
Convertido de forma involuntaria en un agente doble, pasó el resto de su vida haciendo, desde los dos lados, informes que compatibilizaba con la creación de novelas buenas para los que creían que era un escritor bueno y novelas malas para quienes creían que era un escritor malo. Lo curioso es que no alcanzó la gloria por su obra buena, tampoco por su obra mala, sino por aquellos informes que había escrito sin otra voluntad que la de engañar a unos y a otros al objeto de salvar el pellejo. Todo es imprevisible.
===
Juan José Millas, hoy, en El País (concretamente, aquí).
La imagen es de Nick Winchester.
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Sobre los autores
19 junio 2006
Una infinita sucesión de anomalías
El antiguo doctorando y erudito se aclaró la garganta y me pidió licencia para expresar su desacuerdo. No había normas en lo que se refería a escribir, afirmó. Cuando se consideraba la vida de poetas y novelistas, se acababa frente a un absoluto caos, una infinita sucesión de anomalías. Eso se debía al hecho de que escribir era una enfermedad, prosiguió Tom, algo así como una infección o gripe del espíritu que podía atacar a cualquiera en el momento más insospechado. Al joven y al viejo, al fuerte y al débil, al borracho y al sobrio, al cuerdo y al loco. Echa un vistazo a la lista de los gigantes y semigigantes, y descubrirás a escritores que siguieron todo tipo de tendencias sexuales, que asumieron todas las posiciones políticas, que mostraron todas las facetas del espíritu humano: del idealismo más noble a la corrupción más insidiosa. Eran criminales y abogados, espías y médicos, soldados y solteronas, viajeros y enclaustrados. Si no cabía excluir a nadie, ¿qué impedimento había para que un antiguo agente de seguros de vida casi sesentón pasara a engrosar sus filas? ¿Qué ley declaraba que Nathan Glass no se había contagiado de la enfermedad?
Me encogí de hombros.
- Joyce fue autor de tres novelas - explicó Tom -. Balzac escribió noventa. ¿Supone eso una gran diferencia para nosotros?
- Para mí no.
- Kafka escribió su primer relato en una noche. Stendhal escribió La cartuja de Parma en cuarenta y cinco días. Melville escribió Moby Dick en dieciséis meses. Flaubert dedicó cinco años a Madame Bovary. Musil trabajó dieciocho años en El hombre sin atributos y murió antes de acabarlo. ¿Nos importa algo de eso ahora?
La pregunta no parecía exigir respuesta.
- Milton era ciego. Cervantes sólo tenía un brazo. A Christopher Marlowe lo mataron de una puñalada en una reyerta de taberna antes de que cumpliera los treinta. Al parecer, el puñal le atravesó limpiamente un ojo. ¿Qué debemos pensar de eso?
- No sé, Tom. Dímelo tú.
- Nada. Abolutamente nada.
- Me inclino a compartir tu opinión.
(Brooklyn Follies, de Paul Auster)
Me encogí de hombros.
- Joyce fue autor de tres novelas - explicó Tom -. Balzac escribió noventa. ¿Supone eso una gran diferencia para nosotros?
- Para mí no.
- Kafka escribió su primer relato en una noche. Stendhal escribió La cartuja de Parma en cuarenta y cinco días. Melville escribió Moby Dick en dieciséis meses. Flaubert dedicó cinco años a Madame Bovary. Musil trabajó dieciocho años en El hombre sin atributos y murió antes de acabarlo. ¿Nos importa algo de eso ahora?
La pregunta no parecía exigir respuesta.
- Milton era ciego. Cervantes sólo tenía un brazo. A Christopher Marlowe lo mataron de una puñalada en una reyerta de taberna antes de que cumpliera los treinta. Al parecer, el puñal le atravesó limpiamente un ojo. ¿Qué debemos pensar de eso?
- No sé, Tom. Dímelo tú.
- Nada. Abolutamente nada.
- Me inclino a compartir tu opinión.
(Brooklyn Follies, de Paul Auster)
12 mayo 2006
Peculiaridades

(De El libro de los hechos insólitos, de Gregorio Doval).
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Sobre los autores
22 febrero 2006
Escuchar a los muertos

Vale, esto ya casi roza la necrofilia (o incluso sin el casi), pero es que hace unos días descubrí que puedo escuchar a Yeats, Browning, Kipling, Tennyson, y un largo etcétera leyendo sus propios poemas gracias a The Poetry Archive. Según una noticia de IBL News, la grabación más antigua es una de Robert Browning, fechada en 1889. Vamos, una auténtica conexión literaria con el más allá.
Si levantaran la cabeza y vieran lo que se puede hacer gracias a Internet...
20 enero 2006
Cierre músico-poético
Para deleitar los oídos de nuestros usuarios, hoy cerramos la biblioteca con Astrud.
NUESTROS POETAS
Qué malos son, qué malos son.
Qué malos son nuestros poetas.
Sólo hay que leer las cartas
Que Guillén mandó a Salinas
O escuchar a Gil de Biedma
Leído por Carod-Rovira
Para verlo.
Qué malos son...
Sólo hay que mirar las fotos,
Están en las hemerotecas.
Dámaso Alonso en El Pardo
Y Luis Cernuda en Acapulco.
Los que se hicieron ricos,
Los que murieron pobres,
Enfermos, en el exilio,
Leopoldo y sus tres hijos,
Todos ellos.
Qué malos son...
Preguntadle a la viuda de Alberti.
Si pudiera hablar Zenobia.
Si estuviera vivo el bendito
Padre de Jorge Manrique.
Si lo supiésemos todo sobre algunos,
Tanta metáfora y tan poca vergüenza
Todos ellos.
Qué malos son...
Quevedo el putero y Góngora el lameculos,
Garcilaso el usurero y Rosalía la ludópata,
El maricón de Lorca y Bécquer, que era
Un poco mariquita también,
Ferrater el desgraciado,
Gimferrer el pervertido,
Los hermanos Machado,
El drogadicto y el maltratador,
San Juan de la Cruz
Y Santa Teresa de Jesús...
Qué malos son...
NUESTROS POETAS
Qué malos son, qué malos son.
Qué malos son nuestros poetas.
Sólo hay que leer las cartas
Que Guillén mandó a Salinas
O escuchar a Gil de Biedma
Leído por Carod-Rovira
Para verlo.
Qué malos son...
Sólo hay que mirar las fotos,
Están en las hemerotecas.
Dámaso Alonso en El Pardo
Y Luis Cernuda en Acapulco.
Los que se hicieron ricos,
Los que murieron pobres,
Enfermos, en el exilio,
Leopoldo y sus tres hijos,
Todos ellos.
Qué malos son...
Preguntadle a la viuda de Alberti.
Si pudiera hablar Zenobia.
Si estuviera vivo el bendito
Padre de Jorge Manrique.
Si lo supiésemos todo sobre algunos,
Tanta metáfora y tan poca vergüenza
Todos ellos.
Qué malos son...
Quevedo el putero y Góngora el lameculos,
Garcilaso el usurero y Rosalía la ludópata,
El maricón de Lorca y Bécquer, que era
Un poco mariquita también,
Ferrater el desgraciado,
Gimferrer el pervertido,
Los hermanos Machado,
El drogadicto y el maltratador,
San Juan de la Cruz
Y Santa Teresa de Jesús...
Qué malos son...
17 enero 2006
Suicidios literarios
Desde una de las listas a las que estoy suscrita (en concreto, Fiction-L), me ha llegado esta recopilación de escritores/as suicidas. ¿Tendré que insistir mucho para poder hacer una exposición en la biblioteca con sus obras? Quizá podríamos ordenarlas por metodología utilizada...
- Akutagawa, Ryunosuke (24/7/27). Sobredosis de droga.
- Aquin, Hubert (15/3/77). Disparo.
- Bell, Gertrude (7/11/26). Sobredosis de somníferos.
- Berryman, John (7/1/72). Salto desde un puente.
- Bjørneboe, Jens (9/5/76). ¿?
- Boye, Karin (23-24/4/41). Sobredosis de somníferos e hipotermia. No está claro si el suicidio fue su intención.
- Braselton, Jeanne (29/3/03). ¿?
- Brautigan, Richard (25/10/84). Disparo.
- Carpenter, Don (27/7/95). ¿? Suicidio aparente.
- Celan, Paul (abril 70). Ahogado en el Senda.
- Chang, Iris (10/11/04). Disparo.
- Chatterton, Thomas (24/8/1770). Arsénico.
- Clift, Charmain (8/7/69). Sobredosis de somníferos.
- Crane, Hart (26-27/4/63). Salto al Golfo de México.
- Crosby, Harry (10/12/29). Disparo.
- Cuppy, Will (19/9/49). Posible suicidio. Varias versiones: arterioesclerosis coronaria o sobredosis de barbitúricos.
- de Montherlant, Henry (21/9/72). Disparo en la garganta.
- de Nerval, Gerard (26/1/1855). El cuerpo fue encontrado ahorcado en la Rue de la Vielle Lanterne (París).
- Dorris, Michael (11/4/97). Somníferos, vodka y ahogo (bolsa de plástico en la cabeza).
- Drieu la Rochelle, Pierre (16/3/45). Sobredosis de droga e inhalación de gas.
- Duiker, K. Sello (19/1/05). ¿?
- Egolf, Tristan (7/5/05). Disparo.
- Esenin, Sergei (27/12/25). Ahorcado.
- Fletcher, John Gould (10/5/50). Ahogado.
- Gary, Romain (2/12/80). Disparo.
- Gilman, Charlotte Perkins (17/8/35). Inhalación de cloroformo.
- Gordon, Adam Lindsay (24/6/1870). Disparo.
- Gray, Spalding (enero 04). Ahogado en el East River (NYC). Probablemente saltó desde el ferry de Staten Island.
- Hatfield, James (18/7/01). Sobredosis de alcohol y antidepresivos u otro medicamente recetado.
- Hedayat, Sadeq (4/4/51). Inhalación de gas.
- Hemingway, Ernest (2/7/61). Disparo.
- Herlihy, James Leo (2/10/93). Sobredosis de somníferos.
- Hoffman, Abbie (12/4/89). Sobredosis de barbitúricos.
- Howard, Robert E. (12/6/36). Disparo.
- Inge, William (10/6/73). ¿?
- Izzi, Eugene (7/12/96). Ahorcado en el piso 14 de su edificio de oficinas. Llevaba puesto un chaleco antibalas y había un arma cargada en el suelo de su oficina.
- Jozsef, Attila (3/12/37). Arrollado por un tren.
- Kane, Sarah (20/2/99). Ahorcado.
- Kenney, Douglas (27/8/80). Se tiró de un precipicio.
- Knebel, Fletcher (26/2/93). ¿?
- Koestler, Arthur (3/3/83). Sobredosis, junto con su mujer.
- Kosinski, Jerzy (3/5/91). Asfixia.
- Levi, Primo (11/4/87). Cayó por las escaleras de su apartamento. Suicidio cuestionado.
- Lindsay, Vachel (5/12/31). Veneno (Lysol) o trombosis coronaria (no está claro).
- Lockridge Jr., Ross (6/3/48). Inhalación de monóxido de carbono en su garaje.
- London, Jack (22/11/16). Sobredosis de morfina.
- Lowry, Malcolm (27/6/57). Sobredosis de alcohol y barbitúricos.
- Lukas, J. Anthony (5/6/97). Ahorcado (con el cinturón de su albornoz).
- Márai, Sándor (21/2/89). Disparo.
- Mayakovsky, Vladimir (14/4/30). Disparo.
- Mew, Charlotte (24/3/28). Ingesta de desinfectante.
- Miller Jr., Walter M. (9/1/96). Disparo. Llamó a urgencias diciendo que había un hombre muerto en su porche y cuando la policía llegó, tres minutos después, lo encontraron sentado en una silla muerto por un disparo en la cabeza.
- Mishima, Yukio (25/11/70). Seppuku (ritual de suicidio japonés).
- O'Brien, John (11/4/94). Disparo.
- Osamu, Dazai (19/6/48). Cuerpo encontrado en el Tamagawa Canal en Tokyo.
- Patrick, John (7/11/95). ¿?
- Pavese, Cesare. Sobredosis de somníferos.
- Piper, H. Beam (11/11/64). Disparo.
- Plath, Sylvia (11/2/63). Inhalación de gas (horno).
- Potocki, Jan (1815). Los detalles son inciertos, pero se cree que cometió suicidio disparándose con una bala de plata.
- Rabikovitz, Dalia (o Rabikovich) (21/8/05). Suicidio o irregularidades cardíacas.
- Seabrook, William (20/9/45). Sobredosis de somníferos.
- Sexton, Anne (4/10/74). Inhalación de monóxido de carbono en su garaje.
- Stifter, Adalbert (enero 1868). Aparentemente, se cortó el cuello pero los doctores pudieron salvarle a tiempo de desangrase. Murió eun mes más tarde, probablemente de cirrosis.
- Teasdale, Sara (29/1/33). Sobredosis de somníferos.
- Thompson, Hunter S. (20/2/05). Disparo.
- Throssell, Ric (20/4/99). Sobredosis de somníferos con su mujer.
- Toller, Ernst (22/5/39). ¿?
- Toole, John Kennedy (26/3/69). Inhalación de monóxido de carbono en su coche.
- Tsvetaeva, Marina (31/8/41). Ahorcada.
- Tucholsky, Kurt (21/12/35). Ingesta de veneno.
- Vanderbilt, Amy (27/12/74). Cayó desde el segundo piso de su apartamento (NYC).
- Vazirani, Reetika (16/7/03). Se cortó las venas, así como las de su hijo de 15 meses. Era la mujer del poeta Yusef Komunyakaa.
- von Kleist, Heinrich (21/11/1811). Disparo.
- Webb, Gary (10/12/24). Disparo.
- Williams, Kenneth (15/4/88). Sobredosis de somníferos.
- Witkiewicz, Stanislaw Ignacy (18/9/39). Se cortó el cuello.
- Woolf, Virginia (28/3/41). Ahogada.
- Yesenin, Sergei (28/12/25). Ahorcado, pero antes se había cortado las venas y había escrito un poema son su sangre.
- Zweig, Stefan (22/2/42). Ingesta de veneno con su mujer.
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