EL TOPO
Un escritor malo recibió de su organización colegial la orden de infiltrarse entre los escritores buenos para estudiar sus hábitos, sus formas de vida, sus contactos. El escritor malo sedujo a una novelista de prestigio que le abrió su casa y bajo cuyo techo escribió, para disimular, novelas buenas que fueron muy jaleadas por la crítica. Y aunque hay escritores buenos que a veces, sin querer, publican libros malos, él, para evitar sospechas, sólo entregaba al editor productos de primera calidad, con mucho monólogo interior y abundancia de oraciones subordinadas. Cada quince días enviaba a los suyos un informe en el que relataba el modo en que los escritores buenos se relacionaban con las editoriales, con el mundo académico, con los periódicos, y en el que daba cuenta también de las marcas de sus colonias, jabones o desodorantes.
Pero hete aquí que la escritora buena, lo sorprendió en cierta ocasión, sin que él se diera cuenta, escribiendo a hurtadillas (qué rayos querrá decir a hurtadillas) una novela mala. Tras esperar a que saliera de casa, revisó el disco duro de su ordenador, descubriendo que practicaba en secreto una literatura previsible, costumbrista, plana, sin ambición formal, etc. Descubrió también los informes que enviaba periódicamente al otro lado, revelando los secretos más íntimos de sus colegas. Dividida entre la fidelidad al amor y a la literatura buena, optó finalmente por ésta denunciando a su amante ante el Comité Nacional de Escritores Buenos, cuyas autoridades procedieron a su detención, aunque le perdonaron la vida a cambio de que en el futuro actuara de topo entre los escritores malos para descubrir sus fórmulas, sus trucos, su cocina.
Convertido de forma involuntaria en un agente doble, pasó el resto de su vida haciendo, desde los dos lados, informes que compatibilizaba con la creación de novelas buenas para los que creían que era un escritor bueno y novelas malas para quienes creían que era un escritor malo. Lo curioso es que no alcanzó la gloria por su obra buena, tampoco por su obra mala, sino por aquellos informes que había escrito sin otra voluntad que la de engañar a unos y a otros al objeto de salvar el pellejo. Todo es imprevisible.
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Juan José Millas, hoy, en El País (concretamente, aquí).
La imagen es de Nick Winchester.
30 marzo 2007
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4 comentarios:
Hola Sfer,
definitivament, crec que m'he de passar a Millàs, fent cas als teus consells!
Ja et diré què tal, ok?
Bones vacances, si n'hi ha.
Genial Millás, como siempre. Me encanta. ¿Leíste ya su última novela? Merece la pena, aunque no es de lo mejor que ha escrito, pero da que pensar. También juega con la suplantación de personalidad, como en este relato breve que publicas.
La suplantación de la personalidad, muy bueno, y también, algo más acá, la imposición de "la personalidad del crítico (literario)"...
¿Cómo va todo, Sfer?
Un saludo
Kar3d
Saludos, Kar3d... Hace tiempo que no le veíamos por aquí :-)
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