24 octubre 2006

K06 (II) - Editing Editors II

EDITING EDITORS II

(En la foto, de izquierda a derecha: Luis Miguel Solano, Albert Sánchez Piñol, Sebastià Alzamora, Enrique Murillo, Philip Gwyn Jones y Julián Viñuales)

Domingo 22, 11.30 h
Hall Proteo
Catalán, castellano e inglés, con traducción simultánea.
Moderador: Enrique Murillo, editor de la editorial Leqtor y director del máster de la Universidad Autónoma de Barcelona La edición: oficio, arte y negocio.
Participantes:
- Philip Gwyn Jones, director de la editorial Portobello Books.
- Sebastià Alzamora, escritor (La pell i la princesa) y editor de Moll.
- Albert Sánchez Piñol, escritor (La pell freda y Pandora al Congo).
- Luis Miguel Solano, director de la editorial Libros del Asteroide.
- Julián Viñuales, director de la editorial Globalrhythm Press.

Resumen de la mesa redonda (según el programa de Kosmopolis)
Segundo encuentro de editores organizado en el marco de Kosmopolis para tratar las nuevas estrategias de las editoriales independientes nacidas con el nuevo siglo. En un contexto de mayor diversidad en los hábitos de lectura y en la adquisición de conocimiento por el creciente impacto de las nuevas tecnologías, las editoriales independientes reflexionan sobre su decisivo rol en la configuración y difusión de un pensamiento crítico, más allá de criterios exclusivamente mercantilistas.

Aportaciones

Philip Gwyn Jones: lo que una pequeña editorial debe desarrollar/potenciar/conseguir es: estabilidad financiera, una identidad propia, el factor “suerte”, y fe y optimismo en sus productos. Nos encontramos ante un buen momento para conseguir estos cuatro factores gracias, entre otras cosas, a las nuevas tecnologías y a la tendencia – al menos en el Reino Unido – de los grandes grupos editoriales a publicar menos.

Sebastià Alzamora: la edición independiente surge de un doble proceso. Por una parte, la alarma ante la homogeneización que supone la concentración editorial, y por otra, la amenaza que esta homogeneización supone a la diversidad y la pluralidad en la edición. Desde su punto de vista, uno de los efectos positivos de este “surgimiento” de la edición independiente a nivel catalán ha sido la descentralización de la edición: la aparición de editoriales en la periferia del ámbito lingüístico catalán (Tarragona, Lleida, Girona, País Valencià e Illes Balears). No era sostenible que, con el reducido número de lectores de que dispone el libro en catalán, este mercado estuviera fragmentado por comunidades autónomas (comenta la dificultad, que ahora se está superando, de encontrar productos editados en la “periferia” fuera de esa misma zona geográfica).

Albert Sánchez Piñol aporta el “punto graciosillo” al debate. No entiende a qué se refiere uno cuando habla de editores independientes (¿en contraposición a “editores dependientes”?) y sospecha que son términos equivalentes a “gran editorial” vs. “pequeña editorial”. Dice estar descubriendo en este debate otra cara de los editores, que para él eran personas de las que solo conocía dos hechos: que siempre se estaban quejando, y que vivían mejor que él. Como autor, lo que pide a un editor es sobre todo que se ilusione por el libro que va a editar, porque lo que un libro necesita encontrar, antes que lectores, es amigos: debe encontrar un amigo en el editor, en el traductor, y en el librero. Y los buenos amigos son aquellos que dan más “la tabarra”, como la peor de las suegras. Porque cuanto más molestan, quiere decir que más les importa el texto con el que están trabajando. Para él, entender la maquinaria editorial será siempre imposible: él se dedica a las letras, y las editoriales a los números.

Luis Miguel Solano: una editorial independiente intenta conjugar dos factores: la viabilidad del proyecto y la calidad literaria, según el criterio del editor. Pero la ambición, tanto de la editorial independiente como de la gran editorial es la misma: llegar a tantos lectores como sea posible. La palabra “independiente” del binomio “editorial independiente” se refiere, según él, a independencia económica, ya que las editoriales independientes reducen al mínimo su estructura (no es lo mismo una editorial que debe dar de comer a 100 personas que una que debe dar de comer a 10; no es lo mismo una editorial que se gestiona desde un local en Paseo de Gracia que una que se gestiona desde el domicilio del editor) y, por lo tanto, sus necesidades: no necesitan facturar x millones de euros, ni conseguir x best-sellers al año, ni sacar x novedades al mes. Un gran editor quiere vender. Un pequeño editor quiere que se lean sus libros (y por eso están más cercanos a las bibliotecas que los grandes editores).

Enrique Murillo: algo importante en las editoriales independientes es que los editores tienen realmente tiempo para leer, algo que no pasa en las grandes editoriales. Una mayor estructura quiere decir más reuniones, que a su vez quiere decir menos tiempo para dedicar a la lectura. Cuenta la anécdota de que él sea, probablemente, la persona que más páginas leyó (unas 60) del manuscrito de La Sombra del Viento. Las editoriales son arte, negocio, entusiasmo, venta, pero tienen que ser sobre todo pasión por la lectura. Y las grandes organizaciones son máquinas muy bien engrasadas, pero donde esa pasión queda en un segundo plano.

Philip Gwyn Jones: el entusiasmo y el optimismo es lo que marca la diferencia entre un gran grupo editorial y una editorial independiente.

Luis Miguel Solano: lo que le ha llevado a ser editor es precisamente su frustración como lector. Encontraba que le resultaba muy difícil encontrar en el mercado libros que, para su criterio, merecieran la pena. Esos son los libros que él quiere editar desde Libros del Asteroide. Una norma escrita de esta editorial es no publicar nada con menos de diez años de antigüedad, precisamente por la frustración que sentía al leer novedades que le “vendían” como auténticas joyas y la imposibilidad de encontrar traducciones en el mercado de obras de ficción que han sido un gran éxito de crítica y ventas en los últimos 50 años.

Albert Sánchez Piñol explica que encuentra que el mercado editorial es irracional y aleatorio. Comenta un ejemplo: le dieron a leer un manuscrito para que diera su opinión. Él encontró que era un texto muy bien escrito, con una estructura muy correcta, y que lo recomendó, pero que no podía decir si iba a vender mucho o no. Se trataba de Tor, tretze cases i tres morts. ¿Quién iba a pensar que un libro que habla de un pueblucho del Pirineo donde hubo tres muertos a lo largo de tres años iba a resultar un éxito de ventas? Pues así ha sido. Para él, un editor es como una pequeña barca en medio del mar en plena tempestad: debe lidiar con innumerables factores que no se pueden controlar.

Sebastià Alzamora habla ahora como autor, y en concreto como autor de poesía: dice que es como tener la lepra, porque en cuanto le dice a un editor que está escribiendo poesía, el editor se aleja disimuladamente. Es un prejuicio como tantos otros que existen en el mundo de la edición. ¿Otro ejemplo? Que la literatura catalana no vende. Bien, a su derecha está Sánchez Piñol, que ha vendido unos pocos ejemplares de sus dos novelas.

Julián Viñuales quiere crear un poco de polémica (aunque no lo consigue) hablando de la excesiva idealización del editor independiente. Dice que al fin y al cabo la diferencia no es tan grande entre un editor independiente y un editor que trabaje para un gran grupo editorial. Lo que garantiza la independencia es la lealtad a uno mismo y a sus criterios e intereses literarios, sin que importe para qué empresa se realiza el trabajo. Más tarde Enrique Murillo le contestará, a colación de una pregunta del público que a nivel de personas no hay ni buenos ni malos, pero sí los hay a nivel de organizaciones. Las grandes editoriales son esclavas de la necesidad de facturar, como ya había comentado Luis Miguel Solano. Ahí reside la perversidad de las grandes editoriales, y menciona el caso de Lumen, que al ser adquirida se encontró con un gran grupo que les requería, para mantener un libro en catálogo, que este vendiera un mínimo de 500 ejemplares por año.

1 comentario:

Miguel Sanfeliu dijo...

Muy interesante el debate. Me han gustado las intervencione de Sánchez Piñol, aunque, claro, se arriesgó a que Luis Miguel Solano le diera una explicación tipo "a-b-c".
Lo de la poesía creo que es cierto, por desgracia.
Las grandes editoriales funcionan en términos más empresariales. El capitalismo, amiga, que es feroz.
Un saludo.