La mitad de los españoles no lee: ahí sí que hay dos orillas, dos Españas, sobre todo si pensamos que la mitad de los que leen no entiende. En mis intervenciones en institutos y colegios intento transmitir, no sé si con éxito, la idea de que la lectura constituye uno de los pocos modos que van quedando de rebeldía eficaz frente a un mundo cada vez más mortificado. Se acabaron las revoluciones, las tomas de palacio; no hay más cera que la que arde. Eso no quiere decir que no haya que modificar la realidad (a nadie le gusta), pero hay que cambiarla a base de ponerla en cuestión de tal modo que ni ella misma se pueda contemplar en el espejo sin avergonzarse.Y eso se hace con palabras, con libros, no a guantazos. La mayoría de la gente que desprecia la lectura se asombraría de saber hasta qué punto el dominio de la palabra otorga un poder que no cabría atribuir a una herramienta tan humilde. De hecho, hoy, más que nunca, estamos gobernados por palabras. Desaparecidas, o en estado de gravedad extrema, las ideologías, los políticos nos gobiernan a base de jerga. Por lo general, no ganan las elecciones los programas, sino las jergas. Si al PP le ha costado tanto alcanzar el poder, y finalmente ha llegado a él de un modo tan precario, es porque, pese a los esfuerzos de Aznar, su gente ha leído poco y carece de jerga. Leer es poder. Con la lectura uno es capaz de cambiar totalmente su existencia y, en consecuencia, la de quienes le rodean. Eso es modificar la realidad.Hay en el mercado de la rebeldía multitud de productos que no hacen sino afianzar el sistema establecido, que necesita ser transgredido para certificar su existencia. La lectura no está entre esos productos porque es verdaderamente peligrosa. El que lee pone en cuestión al hacerlo todo el montaje en torno al cual chapoteamos. Es cierto que lo hace de forma silenciosa, pero ese silencio es más ruidoso que el de mil borrachos asaltando una comisaría después de que su equipo haya perdido la Liga. Por eso, quizá, las humanidades, en general, están cada vez menos presentes en los programas escolares, porque quienes mandan saben que leer es la forma de rebelión más eficaz en los tiempos que corren.
(Leer es rebelarse, de Juan José Millás)
Éste, y muchos (muchísimos) textos más, en su web.
09 febrero 2006
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