02 febrero 2006

C - DE CALDERÓN A CUVIER

Los amigos del poeta británico Thomas Campbell (RIP 1884) no sabían exactamente si él ya había muerto o bien se obstinaba en hacerse el muerto. Con la esperanza de que dijera algo iniciaron una provocadora discusión sobre quién era el autor de un determinado poema, el cual, en realidad, había sido escrito, naturalmente, por su amigo. Y entonces quedó patente que Campbell, de hecho, todavía vivía, si bien por breves momentos, pues cuando fue mencionado, aposta, un nombre de autor falso, Campbell consiguió aún decir: "¡No, el poema es mío!"

(De Diccionario de últimas palabras, de Werner Fuld; Editorial Seix Barral, 2004)

Post-it: ¡Felicitadme! Hoy he estado un buen rato paseándome por La Casa del Libro y he conseguido salir sin comprarme nada. Eso sí, hay un par que ya están en la lista "seguro que caen por Sant Jordi".

3 comentarios:

César dijo...

Sfer, querida, recuerda la frase de Wilde: "La mejor forma de vencer una tentación es caer en ella". Tendrías que haber comprado algún librico... :'(

sfer dijo...

He de decir que el sábado no fui tan fuerte y me fui a casa con "El espejo en el espejo", de Michael Ende. De todos modos, hace un tiempo me hice la promesa de gastar menos en libros y usar más la biblioteca pública (defecto de profesión, supongo). Al menos, hasta que me toque la primitiva y pueda aumentar mi espacio vital de los 50 a los 100 metros cuadrados...

Vigo dijo...

Me ocurre algo parecido... e intento no asistir asiduamente a lugares donde pueda encontrar joyas literarias.
El problema es triple: dinero para comprarlos, tiempo para leerlos, y espacio donde colocarlos.
Tendremos que formar un grupo de apoyo, algo así como Compradores Compulsivos de Libros.