"Frente al ruido continuo, el silencio de la palabra dicha, la palabra como agua fresca para saciar la sed y, sobre todo, la palabra contada para quien escucha: una palabra de mí para ti, una palabra que cuenta. Frente a la velocidad enloquecedora del día a día, la calma sosegada de un cuento, sabio, limpio de momentos innecesarios. Frente a la perpetua necesidad de todo y más, el suculento bocado de un cuento con sabor a pan recién hecho, un cuento que nunca se rompe y nunca se gasta, que no cuesta nada y vale mucho, un cuento salido del corazón, de los labios, de los ojos de quien está con nosotros, de quien nos acompaña y nos mira y nos dedica y regala y ofrece su tiempo. Es más, frente al tiempo que es oro, el tiempo compartido, cálido, demorado del cuento. Un tiempo de calidad en el que los ojos se miran, las pieles se tocan, los corazones escuchan y todos respiramos el mismo aire, el aire de las palabras dichas. Y sobre todo, frente al incesante aluvión de palabras e información, el claro y limpio mensaje del cuento, siempre y directo, preciso."
Pep Bruno, escritor y narrador oral , en el número 204 de la revista CLIJ.
03 julio 2007
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