La literatura es el arte de conseguir que el tiempo se quede a vivir con nosotros, sin que quiera escaparse, sin necesidad de meterlo en una jaula.
La literatura es también como tener un cuarto propio, un fuego personal para calentarnos cuando sentimos frío. Podemos abrir los libros como se abre la puerta de nuestro cuarto, ése que nos ha costado tanto trabajo conseguir.
Cuando era pequeño, dormía con tres hermanos en la misma habitación. Si quería jugar, ellos estaban estudiando; si yo estudiaba, ellos querían jugar. Si tardaba en apagar la luz por las noches, mis hermanos protestaban porque les impedía dormir. Nos llevábamos bien y no era difícil ponerse de acuerdo, pero a veces es necesaria la intimidad, un fuego solitario para nosotros solos.
Cada vez que abro un libro, gracias a la escritura, siento todavía la misma sensación de intimidad que descubrí cuando mis padres cambiaron de casa y tuve un cuarto para mí solo. Por eso digo que disfrutar de la literatura es lo mismo que conseguir un cuarto propio. Un libro es como la habitación que llamamos nuestro cuarto.
[Fragmento de Lecciones de poesía para niños inquietos, de Luis García Montero. Lo he estado leyendo esta pasada semana en el metro, ya que mi actual libro de cabecera, El bosque de los sueños, mide 31 centímetros de alto, tiene casi 400 páginas y debe pesar unos 3 kilos...]
27 enero 2010
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3 comentarios:
Es una bonita forma de ver la literatura. Hay pocas cosas comparables a la relación íntima que se establece entre lector y texto, en la soledad de la lectura.
La lectura es un acto individual e íntimo.
Existen pocas personas a las que les gusten que le leas. Los niños son una excepción.
La soledad y la intimidad elegida, no impuesta, es uno de los mayores gozos.
Para mi la literatura tiene dos momentos preciosos: el de la lectura individual y solitaria,y después el momento también mágico de compartirla.
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