21 noviembre 2008

Si los libros son el alimento del espíritu entonces son un alimento mortal. Repitió. La malignidad del veneno se revela por la inutilidad de la ocasión, el dispendio vano del tiempo de la lectura, el contagio que afecta a los sentidos, la contaminación que se refiero al uso de la lengua, el mimetismo que sorprende al pensamiento del lector, la seducción que ejercen los actos ficticios sobre las costumbres y los sueños, el aturdimiento que de ello resulta y donde el mundo tropieza, la ociosidad en que el alma se pierde, se ensucia y se agita vanamente, el abandono al que es entregada y el abandono que hace del resto de la tierra, la defección en que cae el cuerpo. Desatinó.

Atroz ilusión la de no tener en cuenta para nada esa "nada" (ese tiempo como nada, ese espacio como nada) a la que nos arrjo la lectura.

[De El lector, de Pascal Quignard. Lean aquí el primer párrafo.]

1 comentario:

Yago dijo...

Vaya..que agradable coincidencia, este si que lo estoy leyendo, de forma pausada...deteniéndome en cada párrafo. Los hay realmente bellos. Y que buena sensación da el verse reflejado en lo que se lee y cómo uno lee.