21 noviembre 2007

La extensión de mis brazos

Hablando de la vida, un bibliotecario se siente como un psicólogo de andar por casa. De la vida podría hablar mucho mucho el psicólogo mismo, o bien un filósofo, un sociólogo, un médico... Un bibliotecario, en cambio, es una persona a moverse por el campo de batalla de la vida no con una espada de guerrero, ni con unas tijeras de sastre, ni con un diván donde la gente se desprende de sus historias y preocupaciones, sino con los libros. Y desde su posición de intermediario entre la vida de los libros y la de los lectores, puede hablar. Él mantiene, a diario, un diálogo con los libros y con sus lectores. Él conoce las inquietudes de estos y conoce las obras que les pueden dar una respuesta. Los libros, tranquilos o no, como la vida, son la extensión de sus brazos, y su trabajo consiste, entre otras cosas, en recomendarlos, hacerlos llegar a cada lector, según las necesidades, el humor y los deseos de cada momento.

[Fragmento de
Els llibres tranquils - Editorial Pagès - de Pep Molist. El texto original, en catalán, lo podéis encontrar en los comentarios. Existe una traducción del libro - Los libros tranquilos, editorial Anaya - pero en este caso la traducción del fragmento es, como viene siendo habitual, de cosecha propia. La imagen es de Sara Haj-Hassan y corresponde a la Rhodes College Library.]

3 comentarios:

sfer dijo...

[Versió original en català del fragment citat en l'entrada]

Parlant de la vida, un bibliotecari se sent com un psicòleg d’estar per casa. De la vida, en parlaria molt millor el mateix psicòleg, o bé, un filòsof, un sociòleg, un metge... Un bibliotecari, però, és una persona acostumada a moure’s pel camp de batalla de la vida, no amb una espasa de guerrer, ni amb unes tisores de sastre, ni amb un divan on la gent es desprèn de les seves històries i cabòries, sinó amb els llibres. I des de la seva posición d’intermediari entre les vides dels llibres i les dels lectors, en pot parlar. Ell té, a diari, diàleg amb els llibres i amb els seus lectors. Ell coneix les inquietuds d’aquests i coneix les obres que hi poden donar resposta. Els llibres, tranquils o no, com la vida, són l’extensió dels seus braços, i la seva feina consisteix, entre d’altres coses, a recomanar-los, a fer-los arribar a cada lector, segons les necessitats, l’humor i els desitjos de cada moment.

Anónimo dijo...

Mediadores, eso es lo que somos los bibliotecarios, aunque en ocasiones me da la sensación de que acuden a nosotros como pacientes. Yo estoy en la sala infantil y las demandas de: "¿Quería un libro para que mi hijo deje de chuparse el dedo?, o ¿Tienes alguno para que deje de quitarle las cosas a los demás niños?", son continuas.
A veces me dan ganas de apuntar el título del libro en un papel y decir: "Leále éste cada ocho horas y vuelva a verme dentro de una semana si no muestra cambios, le daremos algo más fuerte".

sfer dijo...

Supongo que en esa sensación se basan muchas de las campañas de fomento de la lectura como recetas de lectura. El bibliotecario/farmacéutico :-)