27 abril 2006

Limpieza

"Cada primavera hago una limpieza general de mis libros y me deshago de los que ya no volveré a leer, de la misma manera que me desprendo de las ropas que no pienso ponerme ya más. A todo el mundo le extraña esta forma de proceder. Mis amigos son muy peculiares en cuestión de libros. Leen todos los best sellers que caen en sus manos, devorándolos lo más rápidamente posible..., y saltándose montones de párrafos según creo. Pero luego JAMÁS releen nada, con lo que al cabo de un año no recuerdan ni una palabra de lo que leyeron. Sin embargo, se escandalizan de que yo arroje un libro a la basura o lo regale. Según entienden ellos la cosa, compras un libro, lo lees, lo colocas en la estantería y jamás vuelves a abrirlo en toda tu vida, ¡PERO NUNCA LO TIRAS! ¡JAMÁS DE LOS JAMASES SI ESTÁ ENCUADERNADO EN TAPA DURA! Pero... ¿por qué no? Personalmente creo que no hay nada menos sacrosanto que un mal libro e incluso un libro mediocre."

(De 84, Charing Cross Road, de Helene Hanff)

Yo también voy a hacer hoy limpieza primaveral. Me he traído hasta la biblioteca una docena larga de novelas juveniles. Las leí en mis últimos años de colegio y primeros de instituto. Son todas de la colección "Espacio Abierto", de Anaya, por la que tenía una fijación especial. Valían entre 600 y 1000 pesetas y ahorraba mi paga semanal para escaparme a "Els 9 Rals" a comprarme alguna. Hoy van a volar todas: la mayoría las regalaré a los chavales del Club de Lectura Juvenil, hoy que cerramos ciclo y tenemos catering para celebrarlo. Las que sobren, las cederé a la biblioteca para que haga bookcrossing con ellas en la próxima campaña de liberación de libros de la zona. A cada lector, su libro; a cada libro, su lector. Amén.

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