Acerca de la manera sana de frecuentar los libros, Schopenhauer ha hecho observaciones que siguen siendo de una pertinencia turbadora: "El arte de no leer es muy importante. Éste consiste en no interesarse en todo cuanto llama la atención del gran público en un momento dado. Cuando todo el mundo habla de cierta obra, recordad que todo aquel que escribe para los imbéciles no dejará de tener nunca lectores. Para leer buenos libros, la condición previa es no perder el tiempo en leer cosas malas, pues la vida es corta". Y luego, dispara este dardo final [...]: "Sólo el que saca sus escritos directamente de su cerebro merece ser leído".
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Cuando se lee determinadas obras de sociología, de ciencias políticas o de teoría literaria, uno suscribiría con gusto esta sugerencia formulada antaño por uno de mis colegas: lo mismo que los gobiernos de determinados países superdesarrollados pagan de vez en cuando a sus campesinos para que no produzcan mantequilla o maíz, ¿no se podría subsidiar a determinados universitarios para que dejen de escribir libros?
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Durante su vida, Edmund Wilson y Gore Vidal devoraron bibliotecas enteras. Que tantas lecturas haya desembocado finalmente en tan poca sabiduría parece llevar a una conclusión: los libros son esencialmente inútiles. (Uno se lo temía ya un poco, y por otra parte, es por eso por lo que se los ama tanto).
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Leo más rápido de lo que puedo cambiar las portadas de la sección "Lo que estoy leyendo ahora" en la columna de la derecha. Estos fragmentos son de un librito, tan delicioso como polémico, que he devorado entre novela y novela, cuya portada no he tenido tiempo de subir al blog. Me ha costado escoger los fragmentos que vendrían aquí (y con eso lo digo todo). Se trata de una recopilación de crónicas de Simon Leys, publicadas originalmente en diversas revistas francesas, y que hablan sobre libros, arte, filosofía... El volumen se titula La felicidad de los pececillos, lo ha publicado Acantilado, y si quieren aquí pueden descargar las tres primeras crónicas completas.
12 octubre 2011
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5 comentarios:
Gracias por el link de La felicidad de los pececillos es una auténtica joya. Devoré los primeros capítulos en un momento. Intentaré conseguir el libro.
juan
Creo que es importante superar el prejuicio del "DEBO leer este libro" y tener el coraje de abandonarlo a tiempo si uno ve que no fluye, que no es para uno (hablo de libros de ficción). El arte de no leer lo que otros pretenden que uno lea es todo un arte.
Sfer: Me gustaron mucho los fragmentos que nos trajiste y las crónicas del enlace. Ahora tienes que crear una sección nueva en el blog "Lo que no leo" ;-)
Coincido con lo comentado por Anónimo y Routeless.
Al pinchar en el enlace a mi me aparecieron 3 crónicas, y no 2 como comentais.
Saludos
Pues tienes razón, son las tres primeras, más la nota del autor. O lo han cambiado, o se me fueron los dedos XD.
¿Lo que no leo? Um... ahí habría mucho de lo que NO es novela (soy no-lectora de teatro y muy-poco-lectora de poesía, cuento y ensayo). De todos modos, me cuesta horrores no terminar los libros que empiezo, dejarlos a medias... aunque no me hayan gustado. Claro que en lugar de hablar negativamente de ellos, prefiero condenarlos al silencio.
Me han encantado tanto los párrafos que citas como los tres artículos de Simon Leys del link. Ese libro va directo a mi lista de pendientes, será un verdadero placer.
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