24 diciembre 2014

Istory


Istory es un proyecto fotográfico de Hrair Sarkissian.

Volvemos a los almacenes de las bibliotecas. De nuevo. Esos lugares a los que sólo unos pocos privilegiados tienen acceso. Con todo su tiempo detenido, sus secretos, su misterio...

Lean más sobre Istory - y vean el resto de fotos: estas son sólo una muestra - en la web de Hrair Sarkissian.

Me regalaron a mí estas fotos y ahora yo se las regalo a ustedes.
Hoy es un buen día para ello, ¿no?
:-)


15 diciembre 2014

Héroes y héroas

En los años noventa, conscientes de que sus viejos y majestuosos edificios no eran capaces ya de contener el torrente de material impreso, los directores de varias bibliotecas importantes decidieron erigir nuevos locales que albergaran sus vastas colecciones. En París y Londres, Buenos Aires y San Francisco (entre otros lugares) se dibujaron planos y se comenzó a construir. Desgraciadamente, en algunos casos el diseño de las nuevas bibliotecas no resultó ser el adecuado para preservar libros. Con el fin de compensar la deficiente planificación de la nueva biblioteca de San Francisco, en la que el arquitecto no había previsto espacio suficiente en las estanterías, los administradores sacaron cientos de miles de libros del depósito y los enviaron a un vertedero. Como los títulos se seleccionaban de acuerdo con el periodo de tiempo que habían permanecido en los estantes sin que ningún lector los solicitara, para salvar la mayor cantidad de libros posible unos cuantos bibliotecarios heroicos se introducían furtivamente entre las estanterías por la noche y estampaban en los volúmenes amenazados fechas de préstamo falsas.

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Fragmento de Bibliotecas, de Alberto Manguel.

Reconozco que un poco así, un poco heroica, me siento cada vez que me llevo en préstamo un libro de nuestro propio almacén (y conste que, si tenemos dos ejemplares, uno en sala y otro en almacén, me llevo sin dudarlo el del almacén). El criterio sigue vigente: los libros que no se han prestado en los últimos X años (2, 5, 10... eso depende), es muy probable que sean eliminados del fondo de una determinada biblioteca para dejar paso a nuevos volúmenes. Por supuesto, no siempre es el único criterio, pero sí uno de los importantes.

Ya saben: si quieren salvar algún libro de su desaparición de las bibliotecas, llévenselo en préstamo. Ya no estampamos el sello con la fecha en el libro, ni en su ficha, pero esa fecha queda registrada en el programa informático que utilizamos para gestionar el préstamo y devolución de material.

El poder está en sus manos.


11 diciembre 2014

04 diciembre 2014

*tap*
































- Se acabó, libro. Eres una tecnología inferior. Tu formato grande y tosco es irrelevante. ¡Sólo un ligero roce de esta llama y te acabarías para siempre!

- *tap*

[Visto en el blog de Jaume Centelles, La invitació a la lectura]

03 diciembre 2014

... por el contacto con las quimeras literarias.

En el tratado médico donde se patenta la ninfomanía, los músculos pélvicos no vibran únicamente al ser tocados con las manos - propias o ajenas -, sino también por el contacto con las quimeras literarias. La bestia negra de la novela emerge siempre para recordarnos que la lectura puede tener efectos devastadores sobre las fibras blandas, fluidas y delicadas de las mujeres, debido a las impresiones tan vívidas y fuertes que produce. Impresiones que no tienen nada que envidiar a los trastornos provocados por la carne salada o la masturbación, pues la lectura de novelas suscita en el cuerpo femenino un estado de excitación genital tan vicioso o patológico como el causado por estímulos mecánicos más tangibles.

Se trata de una convicción que duró largo tiempo. Tanto que, a finales del siglo XIX, mientras el Annuario scientifico ed industriale alertaba contra las perversiones vinculadas al uso de las máquinas de coser, ciertos manuales de educación doméstica femenina titulados, por ejemplo, Qué debe saber una joven, seguían expresando un horror inalterado ante lo pernicioso que resultaba leer novelas y subrayaban que las chicas no se daban cuenta de nada, que la lectura les producía una emoción mental agradable, pero no eran conscientes de sus efectos físicos letales. Es decir, que las impresiones suscitadas por el libro provocaban "una excitación anormal de sus órganos sexuales". Y dicha excitación, oculta y repetida, provocaba el desarrollo prematuro del sistema reproductor femenino. Así pues, tras devorar libros y más libros "las niñas se convierten en mujeres meses o incluso años antes de lo debido".

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Todavía no tengo muy claro dónde va a ir a parar Francesca Serra en este Las buenas chicas no leen novelas, si es que va a ir a parar a algún sitio, aparte de hacer un repaso histórico de la relación entre lectura, lujuria y mujeres.
No duden que volveré por aquí si vuelvo a toparme con información de vital importancia como la detallada en esos dos párrafos...