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22 abril 2014

por ejemplo, hoy

hoy es un buen día para hacer otra cosa que llega con mucho retraso: la lista de las lecturas que más disfruté durante el año pasado. si todavía no han decidido qué libro van a comprar mañana, quizá alguno de estos títulos o fragmentos les llame la atención.

[sin ningún orden particular...]

Arlindo Yip, de Daniel Nesquens.
[del que ya les dejé una historia en tres actos por acá]

¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?, de Jeanette Winterson.
[la autobiografía de una de mis escritoras favoritas]
La ficción y la poesía son dosis, medicinas. Lo que curan es la ruptura que la realidad provoca en la imaginación.
Pornográfica, de Nacho Casanova.
[el sexo como pocas veces se había plasmado en un cómic]

Llovió todo el domingo, de Philippe Delerm.
[una joyita para leer de un trago un domingo lluvioso de otoño]
La gente se atreve a veces a contar cosas que nunca ha contado a nadie. Hablan de todo, sobre todo de nada, de la vida y todo eso… Incluso cuando no hablan, se advierte esa manera de sentarse al lado, de quedarse de pie asidos a la barra. Separados pero juntos. El señor Spitzweg coge el metro nocturno para no ir a ninguna parte.
La vida interior de las plantas de interior, de Patricio Pron.
[cuentos y literatura. me ha dejado con más ganas de patricio pron, a quien ahora sigo en twitter]

Las lágrimas del asesino, de Anne-Laure Bondoux.
[novela juvenil?]
- No se complique – le recomendó Ricardo –. Si hay una cosa que me ha enseñado la vida es a aceptar la felicidad, incluso la más loca, la más imprevisible. Acepte la dicha y guarde silencio.
Te elige, de Miranda July.
[autora y directora fetiche de la casa]
Tratar de ver cosas que son invisibles pero cercanas siempre me ha resultado atrayente. Parece una causa real, algo por lo que luchar, y tan abstracto que la lucha tiene que ser igualmente sutil.
El día antes de la felicidad, de Erri de Luca.
[me he convertido en fan incondicional, aunque su último, Història d'Irene, me ha decepcionado un poco...]

1Q84, de Haruki Murakami.
[un Murakami al año...]
¿No sería mejor seguir separados hasta el final, sin perder la esperanza de encontrarnos algún día? Viviríamos siempre con esa ilusión. Esa esperanza sería una modesta pero valiosa fuente de calor que nos caldearía hasta lo más hondo. Una pequeña llama que protegeríamos del viento, rodeándola con la palma de las manos. Si ahora la azotase el viento impetuoso de la realidad, posiblemente se apagaría.
La familia – El amor, de Bastien Vivès [cómics].
[no me resisto a despedirles con la viñeta de la contraportada...]


20 septiembre 2010

Cabrones y monos

- ¿También usted lo ha leído? - preguntó -. Yo creía que aquí, en Londres, nadie conocía este libro. - Casi nadie. Yo soy uno de los poquísimos. Está prohibido, ¿comprende? Pero como yo soy quien hace las leyes, también puedo quebrantarlas.
[...]
- Pero ¿por qué está prohibido? - preguntó el salvaje.
En la excitación que le producía el hecho de conocer a un hombre que había leído a Shakespeare, había olvidado momentáneamente todo lo demás.
El interventor se encogió de hombros.
- Porque es antiguo; ésta es la raón principal. Aquí las cosas antiguas no nos son útiles.
- ¿Aunque sean bellas?
- Especialmente cuando son bellas. La belleza ejerce una atracción, y nosotros no queremos que la gente se sienta atraída por cosas antiguas. Queremos que les gusten las nuevas.
- ¡Pero si las nuevas son horribles, estúpidas! ¿Esas películas en las que sólo salen helicópteros y el público siente cómo los actores se besan! - John hizo una mueca -. "¡Cabrones y monos!"
En las palabras de Otelo encontraba el vehículo adecuado para expresar su desprecio y su odio.

***

Hacía tiempo que tenía una deuda pendiente con las distopias: Un mundo feliz.
Lo mejor del libro se encuentra en los capítulos 16 y 17, en la conversación entre uno de los máximos dirigentes de esa sociedad de clones de la que se ha eradicado todo rastro de dolor e infelicidad, y el salvaje, el hombre que ha vivido al margen de todo eso, el que ha tenido acceso a Shakespeare.



Pero claro, para llegar a entender, con todas sus consecuencias, el diálogo de esos dos capítulos, es necesario haber leído todo lo anterior y... sólo por esas escasas veinte páginas, vale la pena.

04 septiembre 2007

Dinamarca (I)

Galería de impresiones fotográfico-literarias de mi estancia en Dinamarca


El cuadro que adornaba la cabecera de la cama en el bed & breakfast parecía estar escogido a propósito para mí.

Paseando al azar por Copenhague di con "Ex-Libris", librería española y francesa.


Los niños daneses son como los españoles de hace unos años: locos por los "Don Mickey". ¿Se acuerdan?

Otro ejemplo de cómo la globalización hace estragos... Las fieras fútbol-club también triunfa en DK.

El diamante negro, sede de la nueva biblioteca nacional danesa, en todo su esplendor.


Si les hablo de Kronborg, quizá no sepan de qué estoy hablando. Pero ¿y si les hablo de Helsingor o, mucho mejor, de Elsinore?

No solo lo vimos por fuera. También visitamos las catacumbas.

Y para continuar con el ambiente tétrico, aquí descansa (o no) Kierkegaard y su familia.

¿Pensaban que iba a pasarla por alto? Se equivocaban... Andersen sigue siendo la máxima figura literaria del país.

En Odense, su ciudad natal, pueden visitar la casa donde nació, convertida en museo. El centro de documentación posee ediciones de todo el mundo de sus libros. Busqué las catalanas, encontré las vascas, pero me quedé con una foto de las asiáticas ^^.

Y además de las joyas bibliográficas, también pueden admirar la dentadura postiza de H.C. Y no es broma...

Todo lo que no es postizo descansa aquí, en el mismo cementerio que Kierkegaard (son las dos únicas figuras del cementerio cuya lápida está indicada para que los turistas las encuentren fácilmente...)

Y para terminar, una lámpara literaria en Morgensted, uno de los restaurantes de Christiania.

Para la próxima visita me guardo la casa de Karen Blixen/Isak Dinesen, no demasiado lejos de la capital. Quizá para entonces haya terminado de leer sus Cuentos de Invierno... los empecé antes de marcharme y todavía los tengo por terminar (se me está haciendo más largo que un invierno polar...)

28 agosto 2006

Words, words, words

Cuando Hamlet se paseaba anunciando lo que leía: "Palabras, palabras, palabras", se refería probablemente a alguna protonovela de ésas que le secaron el cerebro a Don Quijote. Pero el género ha progresado mucho desde entonces y sin duda Hamlet repetiría hoy simplemente: "Publicidad, publicidad, publicidad".

(Julián Ríos en "La lata el tambor", artículo publicado en El País el sábado 26 de agosto de 2006).

PS: Os he cambiado el enlace para que podáis leer el texto completo. Una se acostumbra a las suscripciones de prensa de las bibliotecas y se olvida del resto de mortales. Gracias por el aviso.