Libros que puedes prescindir de leer.
La mayoría de los que están en mi mesita de noche.
Libros hechos para otros usos que la lectura. Los elementos del pop-up: un libro pop-up para aspirantes a ingenieros de papel.
Libros ya leídos sin necesidad siquiera de abrirlos pues pertenecen a la categoría de lo ya leído antes aun de haber sido escrito.
Un buen puñado de best-sellers.
Libros que si tuvieras más vidas que vivir ciertamente los leerías también de buen grado pero por desgracia los días que tienes que vivir son los que son.
Otro buen puñado de best-sellers.
Libros que tienes intención de leer aunque antes deberías leer otros.
De nuevo: la mayoría de los que están en mi lista de pendientes.
Libros demasiado caros que podrías esperar a comprarlos cuando los revendan a mitad de precio.
No soy de comprar libros “caros”. Lo más caro que tengo es probablemente el Charley Harper de Todd Oldham.
Libros ídem de ídem cuando los reediten en bolsillo.
Los de Anagrama; qué quieren que les diga, a mí me gustan sus cubiertas amarillas.
Libros que podrías pedirle a alguien que te preste.
Todos los que he regalado este año.
Libros que todos han leído, conque es casi como si los hubieras leído también tú. La sombra del viento.
Libros que hace mucho tiempo tienes programado leer. Schulz, Carlitos y Snoopy, de David Michaelis, por ejemplo.
Libros que buscabas desde hace años sin encontrarlos.
Una edición bonita de Hiroshima mon amour de Duras. Sigo buscando...
Libros que se refieren a algo que te interesa en este momento. Elegantes flores de ganchillo.
Libros que quieres tener al alcance de la mano por si acaso. El libro del desasosiego.
Libros que podrías apartar para leerlos a lo mejor este verano.
Murakami!
Libros que te faltan para colocarlos junto a otros en tu estantería. Romance, de Blexbolex.
Libros que te inspiran una curiosidad repentina y frenética y no claramente justificable. Hugo Pratt: el deseo de ser inútil. No sé por qué, si no he leído ni un solo Corto Maltés...
Libros leídos hace tanto tiempo que sería hora de releerlos.
Las cartas de Emily Dickinson.
Libros que has fingido siempre haber leído mientras que ya sería hora de que te decidieses a leerlos de veras.
No soy de fingir haber leído nada. Hay infinidad de clásicos que no he leído, pero entran más en la categoría de Libros que todos han leído, conque es casi como si los hubiera leído también yo.
Para el escritor no existe reconocimiento mayor que el que le ofrece el lector anónimo; ese lector apartado, sin poder de ningún tipo; ese lector - dicho sea con todos los honores - que no existe. El creador arroja su palabra nueva al océano de la noche y, en orilla apartada, el anónimo lector recoge el mensaje, sintoniza con la palabra revelada. No otro es el fin de la creación: encontrar un espejo claro y anónimo donde reflejar la palabra inspirada.
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Nuestro entusiasmo y nuestra felicidad parecen estar en relación directa con las lecturas que más amamos. ¿Será, por ello, tan difícil ser plenamente felices como encontrar un buen libro? ¿Está la felicidad en lo que los otros ya pensaron, y sintieron, y escribieron por nosotros? Por la misma razón, el afán de escribir no sería sino una búsqueda - la mayor parte de las veces inconsciente, automática, ignorante - de la felicidad. El libro - leído o escrito - como microcosmo de armonía.
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La cada día más acusada sensación que nos produce la obra de arte (o la literaria) de que es un "producto"; es decir, algo que se exhibe (o que se lee) y se olvida, que sale de la nada y que a la nada vuelve. Lo contrario del fruto artístico, el cual es el resultado de una siembra interior, de unos cuidados, de un crecimiento y de una maduración en el tiempo. Esta sensación de "producto" acrecienta cada día el número de los que ven cómo sus obras se imponen, brillan y mueren en el fulgor instantáneo de los televisores.
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[Fragmentos de Tres tratados de armonía, de Antonio Colinas. Tras este inciso, seguimos con la correspondencia de los miércoles... pero quería compartir la primera de las lecturas propiciadas por el intercambio postal.]
En la paz de la mañana de septiembre leo uno de esos libros en los que, sin más, nos reconocemos. El sosiego y la mansedumbre de la mañana se funden con el sosiego y la mansedumbre del texto. Y todo es, bajo la luz, como un río de luz que fluye feliz.
La literatura es un pequeño país asediado y orgulloso que no se rinde nunca a sus invasores. Es uno de los pocos reinos estrictamente íntimos que nos quedan. Stendhal dedicó la cartuja de Parma "to the happy few", es decir, a unos pocos hombres felices de estar solos y de no ser muchos. Juan Ramón Jiménez deseaba dirigirse a la "inmensa minoría". No se trata de una repulsiva afirmación de elitismo, sino de la conciencia de que el acto de la escritura o de la literatura no se celebra a voces ni enmedio de la multitud, porque es la más delicada y radical demostración de la soberanía de un hombre, de su irreducible libertad. La lectura nos sitúa en un estado de espíritu semejante al de la amistad o el amor: estamos a solas con quienes hemos elegido, con quienes son iguales a nosotros.
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Antonio Muñoz Molina en ¿Por qué no es útil la literatura?
(Les prometo que esta es la última entrada sobre el tema... ¡al menos, hasta el año que viene!)
Si les gusta la literatura infantil, los álbumes ilustrados, o la ilustración en general, y no se han planteado nunca ir a Ilustratour, están cometiendo un grave error (de fácil corrección: el año que viene cuando se abra la inscripción para el Ilustratour 2014, ¡no se lo piensen dos veces!). No hace falta ser ilustrador para disfrutar de estas jornadas internacionales. Sí, cierto, hay allí muchos ilustradores (por las entrevistas con editores, por los talleres profesionales, y porque probablemente escuchar la conferencia de alguna de las figuras invitadas o llevarse un libro dedicado por ell@s también les llama la atención), pero no hace falta ser ilustrador para que te encanten los libros de David Wiesner u Oliver Jeffers, o pueda interesarte lo que Puño tiene que explicar sobre las referencias culturales que más le han influenciado o lo que Kitty Crowther pueda contar sobre sus extraños personajes.
Yo lo he disfrutado, MUCHO, y de ilustrar, lo que se dice ilustrar, más bien poco.
(Aunque salí de allí pensando que en mi siguiente vida no dejaré de dibujar, como hacemos la mayoría...).
Les dejo por aquí un par de materiales de resumen de las jornadas, por si les apetece darse una vuelta por el Ilustratour 2013 mientras esperan el programa del año que viene, que seguro que también será espectacular.
Inventamos una civilización para ganar tiempo, pero la civilización nos ha hecho impacientes. Más tiempo para dedicarnos a más cosas y no para disfrutar cabalmente de los distintos regalos de la vida. Y este desasosiego se acompasa muy a regañadientes con la lectura, porque la lectura es mucho más que una simple relación accidentada de los ojos con los libros. No basta con el devorador de papeles impresos que sale a la caída de la tarde con el deshielo de los grandes edificios de oficinas y se aprieta en el asiento de un autobús o un metro, con un libro de páginas intermitentes, compañía casual entre trayectos, bajo una luz movediza, prestada, y un acumulado entorno impersonal de voces hostiles, apretones y vaivenes. La lectura es en realidad todo lo contrario; es un espacio, un lugar predilecto, una luz escogida, un libro vanidoso que no exige toda la atención, un ritual en el que importa hasta la época del año, porque casi todos los buenos lectores cambian de piel con las estaciones. La lectura no es un trámite, es una decisión sobre el estado de ánimo, una decisión en la que cada cual aprende mucho sobre sus manías, sus egoísmos y su generosidad. Lo mismo que la lujuria es una forma de sabiduría, un instinto aguzado, toda sabiduría, toda lectura es una forma de lujuria para quien la descubre con sinceridad, y como cualquier placer importante, se lleva muy mal con las prisas de esta época, tan inclinada a las literaturas frías, interrumpidas y breves.
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Luis García Montero en ¿Por qué no es útil la literatura?
Sí, el lunes les dejé con la incógnita.
Tengo una propuesta que hacerles.
De hecho, se trata de algo muy sencillo. Muy poco original. Algo que ya hemos hecho antes. Pero es que de vez en cuando yo sigo abriendo el buzón y pensando "jo... pues vaya rollo..."
¿Les apetece un intercambio de postales?
Envíenme su dirección postal (la de casa, la del apartamento de la playa, la del camping de montaña, la del hotel donde van a pasar una semana este mes de agosto) por correo electrónico (librosfera-arroba-gmail-punto-com), y yo les enviaré una postal (de temática librosférica, por supuesto) a cambio de que ustedes me envíen una a mí.
Los veranos son menos veranos sin postales.
Anímense :-)
PS de 31 de julio.
Publicaré algunas de las postales en el blog, acompañadas por una banda sonora sabiamente escogida por @CgAjeanmurdock, que para dar inicio al proyecto nos propone...
Un libro verdadero - porque también hay libros impostores - es algo tan material y necesario como una barra de pan o un jarro de agua. Como el agua y el pan, como la amistad y el amor, la literatura es un atributo de la vida y un arma de la inteligencia y de la felicidad.
Antonio Muñoz Molina
Los libros son para mí el espacio donde el deseo puede todavía seguir conspirando, sin excesivos sentimientos de ridículo, y una meditada lección de experiencia histórica. Por eso sólo puedo ser optimista junto a los libros.
Luis García Montero
Y es que los libros nos conceden el privilegio mágico de seguir escuchando voces que hace mucho tiempo se apagaron y de visitar lugares a los que no iremos nunca y de hablar íntimamente con hombres y mujeres cuyos rostros y vidas desconocemos. Ellos, los libros, nos agrandan la vida.
Antonio Muñoz Molina
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Con semejante título y semejantes textos en la contraportada, cuando este librito pasó por mis manos, ¿cómo iba a dejarlo escapar?
... y porque además estarán por allí Alberto Gamón y Daniel Nesquens en representación de sinPretensiones, y porque quiero ver la exposición de Pep Carrió y... en fin.
Si la tecnología y la inspiración lo permiten, les contaré todo lo que pueda. Atentos sobre todo a Twitter y a Flickr. Quizá haya crónica a la vuelta, pero no prometo nada. Estoy desde YA en modo vacacional, y me esperan Murakami y su 1Q84 y la Oro con sus croquetas.
Pero ustedes no se vayan muy lejos, que antes de irme quiero hacerles una propuesta...
- Porque le hizo falta SOLO UN LIBRO ("Un poco perdido") para que todos dijéramos "eeeeeep... ¿has visto eso?"
- Porque no importa cuantos cuentos basados en repeticiones o con una estructura circular nos encontremos: si están bien hechos, siempre nos van a gustar.
- Por el collage y los colores planos de sus ilustraciones.
- Por sus temas cercanos y cotidianos.
- Porque a pesar de que sus libros presentan conflictos, transmiten serenidad y seguridad. ¡Todo va a salir bien!
- Porque nos hace sonreír.
- Por la promesa de los libros futuros.
- Porque le mola dibujar libros y gente leyendo.
- Porque, como yo, es un culo inquieto. Libros, folletos, cómics, carteles...
- Por el final de "¡Ñam!".
- Porque se nota que no ilustra para niños (o no ilustra "solo" para niños), sino sobre todo para él.
- Por sus texturas.
- Porque se nota que le gusta experimentar y no hacer siempre lo mismo. Pinceles, colores, ordenador, rotuladores...
- Porque "Luces en el canal", sin sus colores y sus personajes, no hubiera sido lo mismo.
- Por las atmósferas de sus ilustraciones (extrañas, casi inquietantes).
- Por su flora (lo sé, suena entre friki y frívolo, pero es que tengo dos debilidades: los pájaros y las plantas).
- Porque Poka y Mina son casi tan entrañables como los personajes de Oliver Jeffers.
- Por atreverse a hacer un álbum como Theo y Dios (¿Usted es Dios? ¿"El" DIOS? Pues no le imaginaba así.)
- Por demostrar que en los libros sobre hábitos (la hora de levantarse, de ir a dormir...) también pueden encontrarse pequeñas obras de arte.
- Por la simplicidad, y por lo cercano, del trazo de sus lápices de colores.
- Porque cuando escribe, es como si me estuviera hablando a mí y sólo a mí.
- Porque su versión de los tres cerditos me dejó patidifusa. (Pero... ¿¿de verdad se puede hacer eso con un clásico??)
- Porque abres sus libros y no tienes ni idea de qué va a pasar. (¿Mundos subacuáticos? ¿Ranas voladoras?)
- Porque sus historias me dejan siempre con la boca abierta (por la sorpresa, por la técnica...).
- Porque el punto de vista que escoge para ilustrar nunca es azaroso.
- Porque narra sin palabras como pocos. Como superpone imágenes y usa viñetas de diferentes formas y tamaños para explicar con más detalle qué está pasando.
- Porque sus libros ni son álbumes ni son cómics, sino a veces una cosa y a veces otra. (Y me gustan los libros que no encajan.)
- Porque a veces da igual que no haya respuestas.
- Porque veo un libro suyo nuevo en la librería y se me iluminan los ojos.
- Porque me encanta que los libros empiecen antes de la página de créditos.
- Por el canto al arte y la experimentación artística que es "Art y Max".
- Por su uso del collage y por su uso de los fondos blancos.
- Porque sus personajes me parecen de lo más entrañable.
- Por su sentido del humor absurdo e hilarante.
- Por los mensajes de algunos de sus libros (y porque no todos tienen mensaje).
- Por su caligrafía.
- Porque demuestra que para hacer un buen libro no hacen falta dibujos increíblemente complejos.
- Porque sabe cuándo dejar hablar a las palabras y cuándo a las imágenes.
- Por sus garabatos de plastidecor.
- Porque su último libro publicado aquí ("L'ant és meu"; de momento, solo en catalán) me tocó muy hondo.
- Porque cada libro suyo es una sorpresa, y se nota que se lo pasa bomba en cada uno de ellos.
Nací en Barcelona y siempre he vivido por aquí cerca. Soy licenciada en Filología Inglesa y trabajo en una Biblioteca Pública de la provincia de Barcelona. Adoro leer, coser y navegar (virtualmente). Bienvenid@s.