Se toman doce tomates maduros y se cortan longitudinalmente como si fuesen nuestro enemigo. Se encierran en un tarro con tapa y se calientan durante diez minutos.
Se pica una cebolla sin lágrimas.
Se corta una zanahoria a dados sin remordimientos.
Se desmenuza una rama de apio como si los canales y los surcos fuesen las hendiduras de nuestro pasado.
Se añade a los tomates y se cocinan sin tapar hasta que se rindan.
Se echa sal, pimienta y una pizca de azúcar.
Se pasa todo por un colador, un tamiz o una licuadora. No hay que olvidar quiénes son las verduras y quién es el cocinero.
Se retorna al fuego lento y se lubrica con aceite de olvida, éste se añade cucharada a cucharada, removiendo como una vieja bruja, hasta que se consiga la debida consistencia, de un espesor resbaladizo.
Se sirve sobre los espaguetis recién hervidos. Se cubre con parmesano fresco y troceado y albahaca picada. Los sentimientos crudos pueden añadirse ahora.
Se sirve. Se come. Se reflexiona.
***
Fragmento de El Powerbook, de Jeanette Winterson.
09 abril 2016
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3 comentarios:
Que buen fragmento.
Cesc
no he leído nada suyo, y llevas tiempo tentándome, pero con este trocito me has terminado de convencer, mira
El que más me gusta recomendar es "La niña del faro", Francisco...
Si lo lees ya me dirás qué tal :-)
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