17 enero 2007

Nada es lo que parece

Habla Aminta Buenaño en este texto (que os recomiendo) de nosotros.

“Son tan misteriosos los lectores como misterioso es el mundo de los libros. Basta ir a una librería y perderse por sus laberintos para observar en dónde hinca la nariz ese lector que entró con ceño adusto, cara de intelectual y libros universitarios y comprobar que no siempre es lo que se parece y ver, en cambio, a esa señora que entra apresurada con una funda de papel en donde las manchas de grasa denuncian unas donuts y comprobar que la modesta ama de casa ha elegido libros de filosofía y busca empecinada la última novela de su escritora favorita.”

Trabajar en una biblioteca implica, entre otras muchas cosas (no me atrevería a decir si más o menos importantes) asumir ese “nada es lo que parece”; interiorizarlo hasta ver a los lectores como una página en blanco, sin que las circunstancias que lo rodean nos influyan. Aminta habla del ama de casa en busca de libros de filosofía. A ella, habría que añadir tantos otros casos...

Les propongo un pequeño juego. Alguien dijo alguna vez que a cada lector, su libro.

Lectores:
- La tierna abuelita...
- La adolescente agujereada...
- El respetable padre de familia...
- La joven con velo...
- El policía municipal, uniforme incluído...
- El veinteañero greñudo...

Libros:
- ... que ha leído Orgullo y Prejuicio y quiere más Jane Austen.
- ... que te pregunta si tenéis la última novela de Maria de la Pau Janer.
- ... que viene a rebuscar entre los estantes de poesía.
- ... que anda buscando a los novelistas rusos.
- ... que se lleva bajo el brazo El Péndulo de Foucault.
- ... que arrasa con las sonrisas verticales.

Algunos ejemplos son reales. Otros... quién sabe. En el fondo, todas las combinaciones son posibles.

6 comentarios:

Queso y aceitunas dijo...

-La tierna abuelita que viene a rebuscar entre los estantes de poesía.
-La adolescente agujereada que te pregunta si tenéis la última novela de Maria de la Pau Janer.
-El respetable padre de família que arrasa con las sonrisas verticales.
-La joven del velo que ha leído Orgullo y Prejuicio y quiere más Jane Austen.
-El policía municipal, uniforme incluído que se lleva bajo el brazo El Péndulo de Foucault.
-El veinteañero greñudo que anda buscando a los novelistas rusos.

He ganado?, he ganado?

Antonio dijo...

El policía municipal, uniforme incluído que ha leído Orgullo y Prejuicio y quiere más Jane Austen es la posibilidad más interesante, sin duda.
Por cierto, recuerdo un poema de Bukowski en que se quemaba la biblioteca de Los Ángeles y él recuerda su infancia entre libros, y decía algo como "Siempre esperaba que la vieja encargada me dijera "qué buen gusto tiene joven" por los libros que sacaba pero la tía nunca le decía anda y Bukowski piensa "pero la vieja puta ni siquiera sabía quien era ella, cómo iba a saber quién era yo". Así que ya sabes, si alguien saca un buen libro , recuerda estas palabras.

Miguel Sanfeliu dijo...

La tierna abuelita: El péndulo de Foucault.
La adolescente agujereada: las sonrisas verticales.
El padre de familia: novelistas rusos.
La joven con velo: Maria de la Pau Janer.
El policía municipal: Jane Austen
el veinteañero greñudo: poesía.

Este es un juego para intentar juzgar a la gente por su apariencia. Y eso está mal... Espero que des la solución :)

Saludos.

sfer dijo...

Todo lo contrario Miguel: lo que pretendía es demostrar que NUNCA se debe juzgar a la gente por su apariencia, porque NADA ES LO QUE PARECE. No sé si daré o no la solución, pero no es lo importante. Lo bonito es pensar que quizá sí que haya un veintañero greñudo buscando el "Amor en vilo" de Gimferrer... pero igual de plausible sería que buscara "Sentido y Sensibilidad" o "Crimen y Castigo".

Por supuesto que "está mal" juzgar por las apariencias, sobre todo cuando trabajas en un servicio de atención al público. Pero muchas veces es muy difícil no hay hacerlo, y tenemos que aprender a deshacernos de los prejuicios.

Espero haber aclarado el malentendido...

Miguel Sanfeliu dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Miguel Sanfeliu dijo...

No era ningún malentendido. No quise que sonara mal mi comentario, sino al revés, una especie de "mecachis".

Es evidente que todos juzgamos por las apariencias, y es cierto que las apariencias engañan. Siento que mi comentario haya sonado como un reproche. Nada más lejos de mi intención. No soy nadie para hacer reproches, y mucho menos a ti, así que espero aceptes mis disculpas por mi desafortunada frase.

Por cierto, hoy fui con mi hijo a comprarnos algo para beber en una pequeña tienda. Pedimos un agua mineral y un batido de chocolate.
El batido, por supuesto, era para mí.
Y entonces me acordé de ti y de tu juego sobre las apariencias.

Un saludo.