JUNIO
NIÑA PÁJARO
Se llamaba Emberiza, pero poco más averiguamos. Hablaba un idioma extraño, nadie sabía de dónde había llegado su familia; apareció un verano y nos hicimos amigas de juegos y de risas, ya que no podíamos contarnos secretos. Se pasaba los días saltando de verjas, de bancos, de buzones. Un día fuimos un poco más lejos, al descampado donde aquel olivo, y se lo pasó saltando de las ramas. Parecía que valía cualquier cosa con tal de no tener los pies en el suelo. Cuando llegó el invierno, ella y sus padres recogieron sus cosas y se fueron. O quizás… volaron.
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JULIO
ADIÓS, TIERRA
Dejar de pisar el suelo. Dejar de moverme en el aire. Dejar de usar tan solo las piernas para desplazarme. Aprender a respirar al compás de las brazadas. Aprender a usar el sol y las estrellas para orientarme. Acostumbrar los ojos a las tonalidades de azul. Acostumbrar los oídos al ruido del agua.
Saltar. Saltar. No mirar atrás. Que no me llamen, que no voy a volver. Ya no les veo. Ya no les oigo. Ya no estoy. Ya soy parte de algo más grande. Ya me acoge, me acuna, me lleva. Ya no soy de vuestro mundo.
Hola, Mar.
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AGOSTO
GENIO Y KATANAS
¡Maldición! ¿Llego tarde? ¡No puedo llegar tarde o la emperatriz me cortará la cabeza! Me zarandeará y me preguntará que por qué he tardado tanto y le dará igual que le explique lo cuidadosamente que han escogido las rosas más blancas y más frescas de la floristería: perderá el control y ordenará que me rebanen el pescuezo. Habrá un juicio, por supuesto, pero ya sabemos de qué sirven los juicios de su majestad. ¿O es que ya no os acordáis de aquella chica? Alicia, creo que se llamaba. Pobre. Qué sabía ella del genio y las katanas de la emperatriz…
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Las mismas fotos, otras historias, en "Una imagen. Cien palabras."