12 junio 2016

Home at Arsenale

Se trata de la propuesta de Eslovenia para la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016.

Una estantería que es una habitación repleta de libros que tratan el tema de la vivienda, aportados por arquitectos, críticos y artistas seleccionados para el proyecto.

Una vez finalice la Bienal, la habitación/estantería será instalada en el Museo de Arquitectura y Diseño de Ljubljana para su uso y consulta.

Toda la información, aquí.

[A mí me parece un sueño...]








06 junio 2016

Ava Litzelfelnerin

A raíz de este libro que me llama poderosamente cada vez que lo veo en una librería, recordé una historia de This American Life (mi programa de radio favorito) que se me quedó grabada. Como en la web tienen la transcripción de casi todos los programas, os traduzco este fragmento, por si a alguien le resulta tan fascinante como a mí.

El programa se titulaba Loopholes, una palabra que designa algo así como las lagunas o grietas en un sistema o ley. Si os defendéis con el inglés, os recomiendo que lo escuchéis aquí.

(La historia está narrada a dos voces, la de Ira Glass, el presentador del programa, y la de Kathy Stuart, la historiadora que ha investigado el caso del que hablan.)

***

Ira Glass: 1761, Austria. Ava Litzelfelnerin se casa. Tiene 25 años, se muda de la granja de sus padres a la de su marido, a 16 millas de distancia, que por aquel entonces era muy, muy lejos.

Kathy Stuart: Se siente como si estuviera en un país extranjero al irse a un pueblo nuevo a 16 millas. Y dice cosas como "Oh, no sé cuáles son las costumbres locales aquí."

Ira Glass: Kathy Stuart es profesora de historia en la Universidad de California Davis. Dice que a través de cientos de páginas de testimonios de archivos criminales, sabemos que fue un matrimonio acordado, que Ava conoció a su marido días antes de la boda, y que la suegra de Ava dominaba la casa, y ni siquiera dejó que Ava hiciera regalos a los vecinos cuando se instaló. La suegra daba a los trabajadores del campo raciones de comida más pequeñas de lo que Ava consideraba que estaba bien, y no dejó que Ava cambiara eso o se hiciera cargo. Ava cuenta a la gente lo infeliz que es en esta nueva vida, lejos de la que ella conocía.

Kathy Stuart: Constantemente expresa a su marido, su hermano, su madre, que quiere marcharse de este mundo, que no puede encontrar aquí la felicidad. Y la única respuesta que obtiene es que vaya a casa, que rece y que trabaje.

Ira Glass: Así que decide acabar con su vida, pero hay un problema. Por aquel entonces el suicidio es considerado un crimen peor que el asesinato. Kathy Stuart dice que la explicación era que si cometías un asesinato, entonces podías confesar tu pecado, y si te arrepentías sinceramente, podías entrar en el Cielo. Obviamente, si te suicidas, no tienes esa oportunidad, y estás condenado eternamente. Y Ava no quería ir al Infierno, pero encontró un resquicio en la argumentación... una mórbida y pequeña laguna.

Kathy Stuart: Pensó "Vale, un momento. ¿Y si me suicido muy lentamente y en secreto, y así puedo conseguir que venga un cura a confesarme antes de morir, y nadie sabe que me he suicidado y así ir al Cielo?" Así que lo que hace es ir a una ciudad cercana y, de tienda en tienda, intenta comprar arsénico.

Ira Glass: Más tarde testificará que esto era muy muy difícil. El arsénico es una sustancia controlada. Nadie quiere vendérselo. Al final se inventa la historia de que está trabajando para un granjero que tiene un problema con ratas, y funciona.

Kathy Stuart: Y se va a casa y se toma el arsénico. Pero aparentemente se toma sólo un poquito de arsénico, tal y como lo describe, solamente la punta de un cuchillo de mantequilla.

Ira Glass: Es una situación delicada. Quiere tomar el suficiente arsénico para matarse, pero no tanto que la mate demasiado rápido. Necesita tiempo para que llegue el cura y le dé tiempo a confesarse.

Kathy Stuart: Y esta pequeña cantidad de arsénico es suficiente para que esté violentamente enferma durante una semana, y para vomitar después de cada comida, pero no como para hacerle pensar que fuera a morir.

Ira Glass: Así que no va a visitar a ningún cura. Adivinar cuál es la dosis correcta, testificará después, es un grave problema que no sabe cómo resolver. Así que abandona ese plan, lo cual la lleva a un plan mucho más perturbador. Decide hacer algo que para nosotros, para nuestra sensibilidad, es mucho peor que suicidarse. Desde nuestro punto de vista, decide hacer una de las peores cosas que una persona podría hacer.

Kathy Stuart: Decide que va a matar un niño.

Ira Glass: Así es. Va a matar a un niño para conseguir entrar en el Cielo. Y sorprendentemente, Kathy Stuart dice que esta era una estrategia suicida muy común en aquella época. Se encontró con un caso como este, buscó otros similares, y ahora ha encontrado cerca de 300, la mayoría mujeres.

Kathy Stuart: Esta gente no quiere ir al Infierno. Así que la opción que eligen es cometer un crimen capital. Inmediatamente después de haberlo cometido van corriendo al juzgado, confiesan lo que han hecho, y piden ser ejecutados.

Ira Glass: Piden ser ejecutados sabiendo que antes de ir a la horca podrán confesarse, y si están verdaderamente arrepentidos, irán al Cielo. ¿Pero por qué un niño?

Kathy Stuart: Matan niños porque los niños se considera que están en estado de inocencia, así que incluso podrías estar haciéndoles un favor, porque irán al Cielo. Tú irás al Cielo. Todos ganan. Final feliz para todo el mundo.

Ira Glass: Exacto, el clásico final feliz. Un niño inocente es asesinado. Ava lo intenta dos veces antes de tener éxito. La primera, empuja a un niño, descrito como "tan alto como una silla", a un río. Pero alguien los ve, y parece que pudiera rescatar al chico, así que decide rescatarlo ella misma, el chico se escapa, y el plan fracasa. La segunda vez, se acerca a un pueblo cercano llamado Traun, que tiene una pequeña cascada. Pasa al lado de una casa en la que hay tendida ropa de bebé. Ava roba el bebé, el único hijo de la pareja que vive ahí. La mujer tiene 37 años y el hombre 58. Ava tira el bebé al río y se entrega a la justicia. Más tarde, curiosamente, cuando es interrogada, no parece demasiado arrepentida de lo que ha hecho a esta otra familia.

Kathy Stuart: Justo antes de su última condena, en el último interrogatorio, el interrogador le pregunta, "¿Hay algo más que desees decir? ¿Algún arrepentimiento que quieras expresar?" Y de nuevo ella se muestra arrepentida por la aflicción y el deshonor que ha causado a su marido y su familia. Pero no menciona al bebé o a sus padres. Y pensé que eso era bastante sorprendente.

Ira Glass: Bueno... No está arrepentida.

Kathy Stuart: No, se podría decir que no lo está.

Ira Glass: Entonces no irá al Cielo, ¿verdad? Si no está arrepentida por el asesinato. Su plan no ha funcionado.

Kathy Stuart: Bueno, el cura dirá a la persona que va a ser ejecutada, "¿Crees que se puede engañar a Dios de esta manera? Sabes que al hacer esto estás en realidad suicidándote", así que los religiosos sí que tratan este problema teológico, esta "laguna" en el sistema. Estás intentando engañar a Dios. Pero como tienen tiempo suficiente, los criminales pueden decir "Oh, sí, estaba intentando engañar a Dios, estaba intentando suicidarme, y me arrepiento." Y así la confesión se encarga de todo.

Ira Glass: No parece justo.

Kathy Stuart: No, realmente no.

Ira Glass: Kathy Stuart dice que esta clase de suicidios, suicidios por proxy, que los llama, empezaron hacia mitad del siglo XVII. Cuando empezó el siglo XVIII, los oficiales de las ciudades europeas se empezaron a dar cuenta de esta tendencia de gente matando niños para ser ejecutados. Y los oficiales intentaron ajustar las leyes para impedirlo. En 1702, oficiales de Nuremberg hicieron que las ejecuciones en estos casos fueran más vergonzosas y dolorosas, pero no funcionó. Finalmente en 1767, hacen lo único lógico para cerrar esta vía de escape. Si la gente está matando niños para conseguir la pena de muerte, entonces eliminaremos la pena de muerte para estos casos. Pero tampoco funcionó.

Kathy Stuart: Siguieron habiendo casos hasta las primeras décadas del siglo XIX. Parece que la gente no se dio por aludida. Probablemente disuadió a algunos, pero todavía quedaba gente haciéndolo.

03 junio 2016

La grieta

A Miguel Ángel Serna (editor de Dioptrías), le prestaron un micro durante un minuto en la Feria del Libro de Madrid y leyó esto, que reproduzco con su permiso:

No importa el esfuerzo que algunos dediquen a tratar de convencernos de que los libros y la literatura han de ser cosas a consumir: la literatura y los libros no son consumptibilia, no son consumibles, no son objetos desechables que dejen tras de sí una cáscara hueca cuando su interior ha sido devorado, cuando se agota su valor.
Tampoco importa cuánto inviertan algunos – y casi siempre serán los mismos – en tratar de convencernos de que los libros y la literatura han de ser cosas útiles: la literatura y los libros no son fungibilia, no son bienes de uso; no son herramientas cuyos fines se hallan fuera de sí mismas, que se gastan y se rompen con el uso hasta agotarse.
Los libros y la literatura pertenecen a esa otra esquiva categoria de cosas extrañas que ni se comen ni se usan y cuyo valor se juega en el espacio quebrado de lo simbólico, en el espacio del sentido: la literatura y los libros son mirabilia, maravillas, y en la naturaleza de la maravilla está el escapar al agotamiento, su ley es permanecer siempre inagotable precisamente porque pertenece al juego del sentido, a ese juego en el que nada se cierra nunca por completo, ese juego que consiste en una perenne apertura, una grieta por la que se cuelan y se escapan al mismo tiempo todos los sentidos possibles. Una grieta a la que podemos llamar lectura.
Esta grieta es la que convierte a todo lo verdaderamente literario en un ensayo, la que adorna a cada esfuerzo con la marca de la tentativa y de la provisionalidad, la que franquea el paso a la posibilidad inminente del fracaso. Todo buen libro es un ensayo imperfecto y la mejor literatura es siempre solo un prolegómeno roto para algo que está aún por llegar y que, por fortuna, nunca llega: para ese libro perfecto que tantos buscan, tan consumible que solo pueda consumirse, tan útil que solo pueda utilizarse... tan cerrado y agotado que ni siquiera necesite ser leído, solo comprado.

María Luque y sus #bibliotecasdibujadas

María Luque, una ilustradora argentina a quien sigo en Twitter e Instagram, está haciendo una deliciosa serie de #bibliotecasdibujadas. Ella pide a personas de su entorno, o conocidas por las redes, que le envíen fotos de sus bibliotecas, y a partir de las fotos las dibuja.

Hace tiempo que vengo diciendo que me encanta como María dibuja los libros, esas tiras de franjas de colores variados que a pesar de la abstracción no pueden ser otra cosa que libros en un estante.

Los libritos de María ya me tenían enamorada antes de empezar su serie #bibliotecasdibujadas

Cuando me pidió si le enviaría fotos de mi biblioteca particular para poder dibujarla... no os podéis imaginar la ilusión que me hizo.

Tan solo unos días más tarde, ha llegado el resultado y no podría ser más lindísimo.































Me hace tanta ilusión reconocer ahí mis cosas.
Los vestidos de origami que me enseñó a hacer Àngels.
El cuadro de Studio Violet que me regalaron por Navidad hace unos años.
El pajarito de patchwork de Evitta.
Los cuatro libros expuestos en el estante.
Mis bordados (las gafas son un dibujo de Lisa Congdon).
Y, sobre todo, el terrario. Se supone que esto va de libros, pero estos días, cosas de la vida, se me van los ojos al terrario...

Gracias también desde aquí, María, por este regalo.
Y gracias en general por toda la serie de #bibliotecasdibujadas.